El amor de mi madre
no se compara con lo terrenal,
Pues ella es el ángel
que me ha dado mi Padre Celestial,
Después de Dios,
mi madre es la que me consuela con su voz.
Ella dejó atrás su juventud,
me regaló plenitud,
Ella con sus sabios consejos,
me hizo llegar a viejo,
¿Qué hubiese sido de mí?,
Si Dios no me hubiese regalado
El ángel que tengo a mi lado,
¿Quién me hubiese guiado?,
Como hasta ahora
lo has hecho con tus cuidados.
La mujer que ahora soy,
te lo debo a ti,
Y todo lo que me enseñaste
con sabiduría y esmero,
Cada día te agradezco
por tu esfuerzo.
En este día te deseo miles de bendiciones
Dios llene tu vida para que
Sigas siendo el Ángel que cuida de mi vida.
Rosario Estrada de Pineda
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