7 Todos, al ver esto, murmuraban, pues decían que Jesús había entrado en la casa de un pecador. 8 Pero Zaqueo se puso de pie y le dijo al Señor: «Señor, voy a dar ahora mismo la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más lo defraudado.» 9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa…» (Lucas 19:7-9a).
Me preguntaron una vez cuál era mi secreto para tener un matrimonio de tantos años. Me sorprendí de lo que respondí instantáneamente: “el perdón”. Y es que todos somos pecadores. Por más que amemos a alguien, por más que amemos a nuestro Señor, siempre vamos a equivocarnos y alguien saldrá lastimado. Eso significa que cuando Jesús nos llama, podemos responder como Zaqueo, pidiendo perdón por las ofensas que hemos cometido y tratando de arreglar lo que hemos hecho a los demás.
Cuando oramos en el Padrenuestro «Santificado sea tu nombre», pedimos que la santidad de Dios se manifieste en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea. Y esto pasa cuando hablamos con verdad su Palabra y vivimos de acuerdo con ella.
Cuando Jesús entra en la casa de Zaqueo, un recaudador de impuestos de muy mala fama, no solo lo visita; lo transforma. Zaqueo, movido por el amor y la gracia que encuentra en Jesús, responde con un arrepentimiento genuino y una vida transformada. Y no es que Zaqueo decidió cambiar, sino que la presencia y el amor de Cristo lo transformaron. Es Cristo quien trae la salvación a Zaqueo, y es su poder el que obra en nosotros para que podamos vivir de acuerdo con su Palabra.
Y cuando fallamos, no confiamos en nosotros mismos, sino que regresamos a Cristo, quien nos llama por nuestro Bautismo, confesamos nuestros pecados y somos absueltos por su gracia para seguir intentándolo. Cristo es quien santifica su Nombre en nosotros y nos permite vivir de manera que lo honremos.
Oremos: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Por la obra de Cristo en nosotros, sé santificado en nuestras vidas. Que con las palabras que decimos sobre ti y la vida que llevamos, honremos tu Nombre. Amén.
Para reflexionar:
*¿Cómo puedes demostrar en tu casa el mismo amor y aceptación que Jesús mostró a Zaqueo?
*¿Qué acciones concretas puedes tomar hoy para vivir el arrepentimiento y la transformación que Jesús obra en ti, especialmente en tus relaciones más cercanas?