Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé… fueron al sepulcro… Cuando entraron en el sepulcro, vieron que en el lado derecho estaba sentado un joven, vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron, pero el joven les dijo: “No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Miren el lugar donde lo pusieron. Ellas se espantaron, y temblando de miedo salieron corriendo del sepulcro. Y era tanto el miedo que tenían, que no le dijeron nada a nadie. Marcos 16:1a, 2b, 5-6, 8
Este es el final completo de Marcos, es decir, el texto del que podemos estar seguros. (Hay otros fragmentos que se han agregado a lo largo de los años, pero no podemos estar seguros de que sean originales.) ¡Y qué forma extraña de terminar! “Y era tanto el miedo que tenían, que no le dijeron nada a nadie.” ¿Miedo? ¿Por qué no alegría, sorpresa, gozo, deleite? No, ellas tenían miedo.
No es que fueran cobardes. Habían tenido el valor de dejar su habitación segura e ir a una tumba para ungir un cadáver, sabiendo que corrían peligro de ser arrestadas o asaltadas. Habían podido enfrentar todos esos miedos. Pero la resurrección de Jesús las puso al límite.
¿Por qué? Quizás porque durante tantos, tantos años, la raza humana ha conocido solo una historia: nacimiento, vida y muerte. Fin. Es una historia aterradora y desgarradora, pero es la única que conocíamos. Hasta que viene Jesús y da vuelta la vieja historia. Está vivo, fuera de la tumba, libre del poder de la muerte, y de repente puede pasar cualquier cosa. ¡Cualquier cosa!
¿Qué te sucede a ti cuando se te da vuelta la vida? ¿Cuál es la cura para ese tipo de miedo? Solo Jesús. Él es el único que puede tomar tu miedo, o el nuestro, y convertirlo en regocijo. Jesús salió a recibirlas cuando volvían corriendo a Jerusalén. Él también viene a nuestro encuentro porque conoce nuestra necesidad.
Señor, ayúdame a aferrarme a ti cuando mi vida esté dada vuelta. Amén.
Para reflexionar
¿Cuándo has tenido miedo de algo nuevo?
¿Te daría miedo si alguien a quien amas repentinamente resucitara de entre los muertos?
¿En algún momento ha convertido Jesús tu miedo en gozo?