Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve. Hebreos 11:1
¿Te ha pasado que deseas algo con todas las fuerzas de tu corazón pero te parece imposible de lograr? Quizá anhelas que tu familia conozca a Jesús, pero en realidad odian la iglesia. Quizá estabas a punto de comprar tu casa cuando perdiste tu trabajo y ahora parece estar todo perdido. Quizá quieres entrar en ese vestido que hace 10 años no te queda pero los tamales no te perdonan.
Abraham tenía un sueño, él quería tener un hijo, y parecía ser imposible. Pero Dios mismo fue su escudo y gran recompensa. “Vino a él palabra del Señor” y sostuvo la fe de Abraham aún frente a la muerte (Gén. 15:4). Entonces, por la gracia de Dios, Abraham “creyó al Señor, y eso le fue contado por justicia” (Gén. 15:6), por causa de Jesús. Y Dios le concedió al anciano Abraham “una multitud de descendientes, tan numerosos como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena que está a la orilla del mar” (Heb. 11:12).
De la misma manera, Dios es fiel a ti y a mí. En su amor, él quiere “darles el reino” a sus hijos (Lucas 12:32). Él nos dice, “no se preocupen por su vida”, sino “busquen ustedes el reino” (Lucas 12:22, 31).
Y buscamos ese reino poniendo nuestro corazón en este maravilloso tesoro, su Palabra, alineando nuestros más grandes deseos a los deseos del corazón de Dios, aunque parezca imposible. Y así podremos estar seguros de lo que esperamos y estar convencidos de lo que no vemos.
En Jesús, sueña en grande, pide en grande. ¡Tienes el reino!
ORACIÓN: Padre, ayúdanos a mantenernos listos, con la ropa puesta y con nuestra lámpara encendida… porque sabemos que el Hijo del Hombre vendrá pronto. Alinea nuestros más grandes deseos con los tuyos celebrando que tenemos tu Reino por los méritos de Cristo. Amén.
Para reflexionar:
¿Alguna vez deseaste algo que no se alineaba con los planes de Dios? ¿Cómo terminó?
¿Cuándo estuviste convencido de lo que no veías y lo llegaste a ver?
Diaconisa Noemí Guerra