Reposo sabático eterno – Cristo para Todas las Naciones

Un día de reposo, mientras Jesús pasaba por los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas a su paso. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Fíjate! ¿Por qué hacen éstos en el día de reposo lo que no está permitido hacer?» Jesús les respondió: «¿Nunca leyeron lo que hizo David con sus acompañantes, en aquella ocasión en que tuvieron hambre? Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que sólo a los sacerdotes les es permitido comer, ¡y hasta los compartió con sus acompañantes! En aquel tiempo Abiatar era el sumo sacerdote.» También les dijo: «El día de reposo se hizo por causa del género humano, y no el género humano por causa del día de reposo. De modo que el Hijo del Hombre es también Señor del día de reposo» (Marcos 2:23-28).

Cuando reflexiono en la lectura de hoy, me maravillo por la manera en que Jesús, nuestro reposo sabático eterno, redefinió el significado del día de reposo. Cuando Dios nos ordenó guardar el día de reposo, no solo nos pidió abstenernos de obras, sino descansar en sus obras.

Jesús vino en carne para cumplir la Ley y convertirse en nuestro reposo sabático. Así como David entró en la casa de Dios y compartió el pan de la proposición, o sea, el pan de la Presencia, Jesús entró en el Lugar Santísimo como nuestro gran Sumo Sacerdote y nos alimenta con su propia carne, el verdadero pan de la Presencia de Dios.

Como Señor del día de reposo, Jesús continúa obrando para nuestro bien. Su sacrificio en la cruz nos libera del pecado y la muerte, brindándonos descanso en su cuerpo crucificado y resucitado. Aunque este regalo se nos presenta en vasijas de barro, la vida de Jesús se manifiesta en nosotros.

Por más que enfrentemos críticas, ni Jesús ni su iglesia pueden ser vencidos. A través de nosotros, sus discípulos, Él sigue difundiendo las buenas nuevas de perdón, salvación, paz, descanso y consuelo. Así que, ante las críticas y desafíos, recordemos que nuestro verdadero reposo está en Jesús, quien es Señor incluso del día de reposo. ¡Que en Él encontremos descanso verdadero para nuestras almas!

Oremos: Padre, gracias por el reposo eterno que encontramos en Cristo Jesús. Ayúdanos a recordar tu llamado a descansar en las obras redentoras de tu Hijo, y enséñanos a que, en medio de las críticas y desafíos, corramos a ti por fortaleza. Amén.

Para reflexionar:

*¿Cómo cambia tu vida el saber que Jesús es tu reposo sabático eterno?

*¿En qué áreas específicas de tu día a día necesitas experimentar el descanso que Jesucristo ofrece, sabiendo que él siempre está trabajando para tu bien?

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