«De cierto, de cierto les digo: El ladrón y el salteador es el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que trepa por otra parte. Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz; y él llama a las ovejas por su nombre, y las saca. Y una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo siguen, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de gente extraña.» … El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:1-5, 10).
Hace algunos años, teníamos en la ciudad a un compañero que decía ser el Mesías y consiguió que la gente confiara en él. Algunos incluso se mudaron internacionalmente para estar cerca de él. Eventualmente se fue de la ciudad con todo el dinero y la esposa de otro hombre. Sus seguidores quedaron impactados. Pero para aquellos que tenían ojos para ver, estaba claro todo el tiempo que era un mentiroso. Nada en él era como Jesús: ni sus palabras ni sus acciones.
Jesús nos advirtió que vendría gente así (ver Lucas 21:8), y nos dijo cómo podríamos distinguirlos. Primero, por sus acciones: ningún pastor salta la cerca, ni saca provecho de las personas, les hace daño o simplemente infringe las reglas. Cuando nos encontramos con alguien que dice hablar por Dios, debemos preguntarnos: ¿es una persona honesta, misericordiosa, veraz, obediente a la autoridad apropiada? Si no actúa como Jesús, es hora de huir.
La segunda forma es por sus palabras. A nuestro Pastor lo conocemos por Su voz. ¿Habla esa persona como Jesús? ¿Dice las cosas que Jesús dice en la forma en que Jesús las dice, o lo contradice o quita o añade a Su enseñanza? Por eso leemos la Biblia con regularidad, especialmente los Evangelios. ¡Léelos a tus hijos! Pronto desarrollarás un oído para Su voz. Entonces, si alguien te suena «fuera de lugar», probablemente lo sea.
Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. ¿Cómo? Entregándose a sí mismo a la muerte para rescatarnos del poder del pecado, la muerte y el diablo. Resucitando de entre los muertos, para que todos los que confiamos en Él resucitemos también, y vivamos para siempre con Él en gozo y paz. Somos Sus ovejas, y Él es nuestro verdadero Pastor. ¿Qué mejor pastor podríamos tener?
Oremos: Amado Padre, gracias por darnos a tu Hijo Jesús para ser nuestro Buen Pastor. Amén.
Para reflexionar:
- ¿Cómo haces para reconocer la voz del Buen Pastor?
- ¿Qué puedes hacer para ayudar a que tus seres queridos también la reconozcan?
Escrito por la Dra. Kari Vo