«Queriendo ver a Jesús» – Cristo para Todas las Naciones


Parece una extraña desconexión. Algunos extranjeros de Grecia piden encontrarse con Jesús, y Jesús inmediatamente comienza a hablar sobre la muerte. Después de varios minutos de charla, cada vez más aterradora, «Jesús se fue y se ocultó de ellos» (Juan 12:36). Parece que los griegos perdieron su oportunidad, ¡Jesús ni siquiera respondió a su petición!

¿O lo hizo? Algo sobre los griegos desencadenó estas palabras: «Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto les digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Juan 12:23-24). Los griegos eran extranjeros, no judíos. No fueron los primeros extranjeros que Jesús conoció, pero sí fueron la primera gota de la gran ola de gentiles convertidos a la fe cristiana varios años después.

La marea estaba cambiando. Jesús había dicho: «Yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 15:24). Pero ahora otras ovejas comenzaban a acercársele: el resto de la familia humana. Era hora de que la iglesia de Jesús se hiciera cargo; «por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones», les ordenaría después de su resurrección (Mateo 28:19). 

No sabemos qué pasó con esos griegos. Posiblemente tuvieron que conformarse con los discípulos para responder sus preguntas. Y eso está bien. Porque eso es lo que Dios hace con nosotros hoy: su Espíritu Santo nos enseña sobre Jesús a través de sus seguidores. Y así será hasta el día en que nos encontremos cara a cara con Jesús. 

ORACIÓN: Dios mío, hazme un buen testigo de Jesús mi Salvador. Amén.


PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

¿Cómo llegaste a conocer a Jesús como tu Salvador? 

¿De qué maneras ayudas a otros a ver a Jesús? 


Dr. Kari Vo

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