El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin. Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta, pero cuando venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño. Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor” (1 Corintios 13:4-13).
Mañana celebramos el día del amor. Pero ¿sabemos en verdad lo que es el amor? Seguramente has sido herido por alguien a quien amas. Y seguramente volverás a ser lastimado. Seguramente tú has herido a alguien a quien amas y lo volverás a hacer. No suena muy romántico en vísperas del día del amor, pero es la verdad. No existe el amor perfecto entre humanos.
Pero Jesús sí te ama perfectamente y jamás te lastimará. Su amor por ti es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Su amor por ti hace que todo lo sufra, todo lo crea, todo lo espere, todo lo soporte. El amor de Dios hacia ti jamás dejará de existir. ¡Que viva el amor!
Oremos: Dios, gracias por amarme perfectamente a pesar de todas mis imperfecciones. Amén.
Para reflexionar:
- ¿Cómo reaccionas cuando alguien a quien amas te lastima?
- Toma un momento para reflexionar en el perfecto amor de Dios hacia ti.
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra