Lo que veas con tus propios ojos no lo pongas enseguida en disputa, no sea que al final no sepas qué hacer, y tu prójimo acabe por ponerte en vergüenza. Defiende tu caso ante tu compañero, y no reveles a nadie el secreto; no sea que alguien te oiga y te deshonre, y ya no puedas reparar tu mala fama.