Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda (Hebreos 4:16).
Aparte de servir a Dios en el ministerio, también trabajo como intérprete judicial para el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Acercarse al juez es todo un protocolo. El juez está allí, cerca y disponible, pero hay un muro invisible que impide acercarse a menos que se nos llame directamente. Y, aun así, se debe preguntar: Su señoría, ¿me puedo acercar?
Pero, no creo que los hijos de ese mismo juez tengan ese muro invisible que tenemos el resto. Ellos pueden acercarse confiadamente porque es su padre o madre.
Este versículo nos da una visión profunda de cómo podemos vivir nuestra vida de oración y confianza en Dios, porque él es nuestro Padre.
El libro de Hebreos fue escrito para alentar a los cristianos que estaban enfrentando persecución y dificultades. En el capítulo 4, se nos recuerda que Jesús es nuestro gran sumo sacerdote, alguien que entiende nuestras debilidades y tentaciones porque Él mismo las experimentó, pero sin pecado. Por lo tanto, somos invitados a acercarnos a Dios en oración con valentía y confianza porque él es nuestro Padre.
Invocar a Dios como «nuestro Padre» transforma nuestra oración de varias maneras profundas.
Cuando llamamos a Dios «nuestro Padre», oramos con valentía y confianza sabiendo que Él desea ayudarnos. No estamos solos en esta vida.
Además, al invocar a Dios como «nuestro Padre», nos unimos a todos los cristianos en oración. Somos una gran familia espiritual. Y esto nos anima a orar no solo por nuestras propias necesidades, sino también por las de otros. Esta unidad en la oración nos fortalece y nos recuerda que estamos conectados en una comunidad de fe.
Jesús nos ha dado acceso directo a Dios. Ha derribado el muro invisible que nos separaba y nos invita a vivir en oración constante, unidos como una familia espiritual, confiados en la misericordia y gracia que Dios nos ofrece en cada momento de necesidad.
Oremos: Padre nuestro, gracias porque en Cristo podemos acercarnos confiadamente a tu trono de gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda. Que nuestra vida de oración refleje siempre la seguridad y confianza que tenemos en Cristo, nuestro Salvador y hermano. Amén.
Para reflexionar:
*¿De qué manera puedes vivir tu vida de oración con más valentía y confianza, sabiendo que Dios es tu Padre amoroso?
*¿Cómo te sentirías si pudieras acercarte a un juez en un tribunal con la misma confianza que sus hijos?