[Dijo Jesús:] Éste es mi mandamiento: Que se amen unos a otros, como yo los he amado. Juan 15:12
Caminando por un centro comercial, vi en el mostrador de una joyería dos grandes tazones de botones con estas palabras: «¡Soy amado!» Si bien esos botones eran parte de una campaña publicitaria de diamantes y otras joyas, el mensaje me recordó que soy amado por Dios. Su amor por mí se expresó no a través de un diamante brillante, sino a través de una cruz de madera. Allí Jesús murió por mí y por todos los que nos habíamos apartado y estábamos perdidos en nuestro pecado (ver Isaías 53: 6).
Pero no solo soy amado, sino que también puedo amar a los demás. Amo a mis hijos, y veo que cada uno necesita mi amor a su manera. Si bien esto es bueno, mi amor a menudo se ve empañado por la impaciencia, la irritabilidad o la incapacidad de comprender. Y con demasiada frecuencia no amo y tampoco soy digno de ser amado. Sin embargo, Dios no solo me ama, sino que cuando me alejo de Él (como lo hago a diario), ¡me sigue amando!
Sí, soy amado por Dios. Y como Él me ama, puedo amar profundamente. Amo a mi esposa e hijos y trato de vivir con ellos en armonía. A veces, cuando las preocupaciones y problemas de la vida se interponen, dejo de ser alguien que ama y paso a ser distante y a no amar. Pero incluso entonces, cuando descuido a quienes más debo amar, el amor de Dios permanece.
Porque Dios me ama, puedo decirles a todos sin vergüenza y sin disculparme: «Te amo». Hay momentos en que mis frustraciones o mi incapacidad para comprender la situación de otra persona hacen que sea mucho menos cariñoso y mucho más preocupado por mí mismo. Pero no es así con Dios. Él nos ama a pesar de que nuestro amor por los demás y por Él sea débil y, a menudo, falle por completo.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4: 10-11).
ORACIÓN: Padre Celestial, grande es Tu amor por nosotros. Ayúdanos a amarnos unos a otros por amor a Ti. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
Preguntas de reflexión:
¿Cómo te motiva Dios a amar aún más allá de tus capacidades humanas ordinarias?
¿Qué puedes hacer para amar más a la persona más difícil de amar en tu vida?
The Lutheran Layman, junio de 1978, Ron Schlegel