Nos encuentra allí donde estamos – Cristo para Todas las Naciones

Todavía estaban ellos hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz sea con ustedes!» 37 Ellos se espantaron y se atemorizaron, pues creían estar viendo un espíritu; 38 pero Jesús les dijo: «¿Por qué se asustan? ¿Por qué dan cabida a esos pensamientos en su corazón? 39 ¡Miren mis manos y mis pies! ¡Soy yo! Tóquenme y véanme: un espíritu no tiene carne ni huesos, como pueden ver que los tengo yo.» 40 Y al decir esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como ellos, por el gozo y la sorpresa que tenían, no le creían, Jesús les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?» 42 Entonces ellos le dieron parte de un pescado asado, 43 y él lo tomó y se lo comió delante de ellos. 44 Luego les dijo: «Lo que ha pasado conmigo es lo mismo que les anuncié cuando aún estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.» Lucas 24:36-44

Me encanta la sencillez con que Jesús trata a los discípulos en esta historia. Sabe que están en estado de shock. Sabe que no pueden creer lo que ven. Y por eso no los obliga a moverse más rápido de lo que pueden hacerlo: les muestra sus cicatrices, les permite comprobar que Él es realmente de carne y hueso y hasta come delante de ellos. Les da tiempo para asimilarlo todo.

Jesús encuentra a sus discípulos allí donde ellos están, no donde le gustaría que estuvieran. Habría sido tan fácil para Él decir: ‘Les dije que todo esto iba a suceder. También está en la Biblia. ¿Por qué tardan tanto en comprenderlo?’ Pero no, Jesús es paciente con ellos, porque los ama. Y entonces les da todas las pruebas que necesitan antes de pasar al siguiente punto en la agenda: la venida del Espíritu Santo y su misión al mundo.

Jesús también es así de paciente con nosotros: no nos grita, incluso cuando tiene todas las razones para hacerlo, pues sabe lo que somos. Como dijo David: “El Señor se compadece de los que le honran con la misma compasión del padre por sus hijos, pues él sabe de qué estamos hechos; ¡él bien sabe que estamos hecho de polvo!” (Salmo 103: 13-14). Y también sabe lo que seremos: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es” (1 Juan 3: 2).

Jesús es amable y tierno con nosotros, tal como lo fue con sus discípulos desorientados. Y esto no es una sorpresa, porque Él es Aquel que eligió sufrir, morir en una cruz y resucitar, todo para hacernos suyos. Si te amó tanto entonces, tanto te ama también hoy.

ORACIÓN: Señor, ayúdame a responder a Tu amor con confianza y coraje. Amén.

Preguntas de reflexión:
¿Te preocupa que Dios se pueda sentir decepcionado de ti?
¿Qué cosas específicas te ayudan a recordar cuánto te ama Dios?

Dra. Kari Vo

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