¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu? ¿Cómo podría huir de tu presencia? Si subiera yo a los cielos, allí estás tú; si me tendiera en el sepulcro, también estás allí. Si levantara el vuelo hacia el sol naciente, o si habitara en los confines del mar, aun allí tu mano me sostendría; ¡tu mano derecha no me soltaría! Si quisiera esconderme en las tinieblas, y que se hiciera noche la luz que me rodea, ¡ni las tinieblas me esconderían de ti, pues para ti la noche es como el día! ¡Para ti son lo mismo las tinieblas y la luz! (Salmo 139:7-12).
Ya sé que no es el día de las madres o de los padres el día de hoy, pero, si eres padre o madre biológica (o), espiritual, emocional, o influyen en la siguiente generación de algún tipo, estoy segura de que no pasa un día sin que pienses en estas (casi siempre) maravillosas personas. Y si eres un ser humano vivo, constantemente te preocupas por ellos. Y es que queremos protegerlos de cualquier daño y sufrimiento, no queremos que cometan errores o pecados y hacemos todo lo posible para asegurarnos de que estén seguros y felices.
Pero debemos recordar que Dios ama a nuestros hijos aún más que nosotros, y los tiene en sus manos. ¡No se pueden esconder de él! Él es el Padre celestial que nos cuida y nos protege a todos, y siempre tiene un plan para nuestras vidas, incluyendo las de nuestros hijos. Recuerda que Dios no solo creó el cuerpo y alma de Adán y Eva antes de que pecaran, sino que también creó nuestros cuerpos y almas después del pecado original. Aunque son imperfectos debido a la corrupción, Dios los considera su creación. Ni en las tinieblas del pecado nos podemos esconder de él.
Oremos: Padre, gracias porque ni mis hijos ni yo podemos escondernos de tu espíritu ni huir de tu presencia. Donde sea que estemos, allí estás tú y allí tu mano nos sostiene; ¡tu mano derecha no nos soltará! ¡ni las tinieblas nos esconderán de ti! Amén.
Para reflexionar:
*¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios más plenamente?
*¿Cómo podemos orar por nuestros hijos para que también aprendan a confiar en Dios en sus vidas?
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra