Así ha dicho el Señor de los ejércitos: «No hagan caso de las palabras que los profetas les anuncian. Sólo alimentan en ustedes vanas esperanzas. Sus visiones nacen de su propio corazón, y no de mis labios. Se atreven a decir a los que me desprecian, que yo he dicho que tendrán paz; y a todos los que siguen a su obstinado corazón, les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.» … «Yo no envié a esos profetas, y sin embargo ellos se dieron prisa; yo jamás les hablé, pero ellos profetizaron. Si ellos realmente se hubieran reunido conmigo, habrían hecho que mi pueblo atendiera mis palabras y se apartara de su mal camino y de sus malas obras. ¿Acaso soy Dios sólo de cerca? ¡No! ¡También a la distancia soy Dios! … ¿Acaso no soy yo el Señor, que llena el cielo y la tierra? Jeremías 23:16-17, 21-24b
Me pregunto si esas personas que dijeron mentiras en el nombre del Señor realmente pensaron que Él no estaba escuchando.
Parece un juego peligroso decir mentiras en el nombre de Dios. Y, sin embargo, lo vemos todos los días, ¿no? Personas que distorsionan el Evangelio para hacerse populares y obtener dinero. Otros que dejan de lado las partes de la enseñanza de Cristo que no les gustan y pretenden que Él es tan racista o sexista o hambriento de poder como ellos. Incluso hay personas que no son creyentes, pero hacen uso de las cosas del cristianismo para parecer dignos de confianza.
Es un juego peligroso. La vida humana no es tan larga. Aun cuando tengan éxito en sus caminos hasta la muerte, no me gustaría estar en sus zapatos ante Jesús.
Pero ¿acaso soy muy diferente de ellos? ¿Acaso no he usado alguna vez mi fe cristiana para obtener poder, dinero, beneficios o simplemente la admiración de las personas que me rodean? ¿He dicho alguna vez “Así dice el Señor” o “Jesús quiere que hagas esto” cuando no está del todo claro qué es lo que Él realmente quiere? ¿He torcido las palabras de Dios o he pasado por alto algunas de ellas, porque eso se adapta mejor a mis metas personales que seguirlo con todo mi corazón?
¡Dios no lo quiera! Y Dios sí prohíbe que hagamos estas cosas que terminan en muerte, separados de Jesús. El Espíritu Santo nos llama a ir a Jesús, a enfocarnos en Él y a aprender de Él, en lugar de seguir nuestras propias ideas. Después de todo, nosotros podemos equivocarnos, pero él no. Mientras Jesús sea más importante para mí que cualquier otra cosa, estoy a salvo.
Entonces, ¿quién es este que debe ser el centro de mi vida y tomar el lugar de todos mis ídolos y egoísmo? Es Jesús, quien es Dios mismo, quien conoce nuestro pecado y nos amó lo suficiente como para morir por nosotros. Jesús, quien resucitó de entre los muertos para que nosotros también podamos resucitar y vivir con Él para siempre, amados hijos de Dios.
Oración: Fija mis ojos y mi corazón en Ti, amado Señor. Amén.
Para reflexionar:
¿Alguna vez has sido tentado a mentir en nombre de Dios?
Jesús es la verdad de Dios. ¿De qué manera es esto una base segura para tu vida?
Dra. Kari Vo