Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies» (Mateo 9:35-38)
¿Alguna vez has visto una oveja sin pastor? De vez en cuando, una oveja domesticada se pierde y aparece años después. ¡Tiene suerte de estar viva! Sin pastor, la oveja está en peligro constante de depredadores como coyotes y lobos; no recibe atención médica, por lo que probablemente tenga parásitos, y un hueso roto o un corte infectado podría matarla. Tampoco tiene quien la guíe a lugares donde hay hierba buena para comer y agua para beber, por lo que puede morir de hambre o de sed. Y una oveja no puede esquilarse a sí misma por lo que, si su lana no se corta durante años, se enreda, se ensucia y se convierte en una carga muy, muy pesada.
No es de extrañar que Jesús esté preocupado por las personas que ve a su alrededor. Dios no nos hizo para vivir solos. Nosotros también necesitamos un Pastor. El Dios que nos hizo y conoce, quiere que estemos sanos y bendecidos. Jesús vino a reunir a todas las ovejas perdidas del rebaño de Dios. Él vino para sanarnos, protegernos, saciar nuestras necesidades y mantenernos a salvo. Y todo esto lo hará con el sacrificio de su propia vida, porque un buen pastor ama tanto a sus ovejas, que está dispuesto a dar su vida para que ellas puedan vivir.
Pero reunir a todas las ovejas de Dios requiere mucha mano de obra y Jesús no tiene intención de hacerlo por su cuenta, sino que llama a sus discípulos para que lo ayuden y los envía a enseñar, predicar y sanar. Y también nos llama a nosotros, a cada creyente, cada oveja que Dios ya ha encontrado, salvado y cuidado.
Ahora es nuestro turno de buscar otras ovejas y llevarlas a casa. Jesús hará por ellos lo que nosotros no podemos hacer: salvar, sanar y perdonar. Y lo haremos según Él nos dirija: escuchando, cuidando, encontrando vivienda, atención médica, trabajo o asesoramiento, en fin, lo que sea que necesiten las personas que Dios tanto valora. Y también oraremos porque Jesús, nuestro Pastor crucificado y resucitado, nos dijo que oremos para que Dios envíe más obreros porque todavía hay muchas ovejas perdidas que necesitan un cuidado amoroso. Y Dios nos ha honrado, a ti y a mí, con la oportunidad de alcanzarlos.
Oremos: Querido Señor, utilízame para cuidar de las personas perdidas con tu amor. Amén.
Para reflexionar:
* ¿De qué formas específicas puedes amar y cuidar a tus familiares, vecinos o compañeros de trabajo que no creen en Jesús?
* ¿Qué habilidades o dones tienes que puedes poner al servicio de tus vecinos?
Escrito por la Dra. Kari Vo