
Al llegar a un lugar llamado Getsemaní, Jesús les dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí, mientras yo voy a orar.” Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. Les dijo: “Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.” Se fue un poco más adelante y, postrándose en tierra, oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento. Decía: “¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.”