
En Jerusalén vivía un hombre justo y piadoso, llamado Simeón… Simeón fue al templo, guiado por el Espíritu. Y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron al templo … él tomó al niño en sus brazos y bendijo a Dios … También estaba allí Ana. En ese mismo instante Ana se presentó, y dio gracias a Dios y habló del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.