Los que han muerto en la fe son bendecidos en la presencia eterna de Cristo – Cristo para Todas las Naciones

Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas… y vestían ropas blancas… Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» … Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios… No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima» (Apocalipsis 7:9, 13, 14b, 15a, 16-17).

Hoy, Día de Todos los Santos, recordamos a aquellos que han muerto en la fe y son bendecidos en la presencia eterna de Cristo. Recordamos con acción de gracias a los que marchan delante de nosotros con el estandarte de la fe, porque fueron redimidos por Dios. Y, aunque los extrañamos, nos alegramos porque Dios mismo secó de sus ojos toda lágrima. Y a los que quedamos, el Espíritu Santo nos impulsa hacia nuestro hogar celestial y eterno, mientras nos fortalece en la Palabra y los Sacramentos. 

Oremos: Dios, gracias por todos los creyentes que ahora marchan en la iglesia triunfante por el regalo de tu salvación en Cristo. Gracias porque lavaste y emblanqueciste sus ropas en la sangre del Cordero. Por eso están delante de tu trono y no tienen hambre ni sed, ni les hace daño el sol ni el calor los molesta, porque Cristo los pastorea y los lleva a fuentes de agua de vida, y tú mismo, Dios, secaste de sus ojos toda lágrima. Gracias porque harás lo mismo con nosotros. Amén. 

Para reflexionar:

*Haz una pausa hoy para recordar a tus seres queridos que están ahora con Jesús. 

*Reflexiona en esto, antes de salir de la gran tribulación, primero hay que estar en ella. Vamos a tener prueba y tribulación en esta vida. Pero la visión de esa multitud vestida de blanco nos da consuelo y esperanza, sabiendo que eso nos espera a nosotros.

Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra

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