Jesús … se quitó su manto y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura; luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de los discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿tú me lavas los pies?” Juan 13:3-6
¿Alguna vez has tenido que lavar a alguien? Es un acto muy íntimo; tan íntimo, que nos incomoda a muchos. Si somos nosotros los que somos lavados, podemos tener problemas para recibir un acto de cuidado tan íntimo.
Y, sin embargo, a menudo es necesario. Si cuidas niños pequeños, sabes que lavarlos es parte de su cuidado diario ya que no pueden hacerlo por ellos mismos. Lo mismo es cierto si estás cuidando a una persona discapacitada o enferma. Porque los amas, haces por ellos lo que no pueden hacer por ellos mismos. Y si eres tú quien recibe la atención, intenta hacerlo con gentileza y agradecimiento, contento de que alguien te ame lo suficiente como para cuidarte de esa manera.
Entonces, ¿qué estaba haciendo Jesús cuando lavó los pies de sus discípulos? Ellos no estaban enfermos ni discapacitados. Pero Jesús vio la verdad de su situación. Necesitaban ser lavados desesperadamente, lavados con el perdón de los pecados que Dios da en el Bautismo.
Jesús nos lava de nuevo cada vez que confesamos nuestros pecados y pedimos perdón. Ellos necesitaban ser lavados diariamente, como cada uno de nosotros. Y Jesús no era tan orgulloso como para no hacerlo.
Imagínatelo allí, de rodillas, vestido como un sirviente, quitándote el barro y el hedor del día. Jesús no te guarda rencor por esto. Es un acto íntimo de amor que realiza para nosotros. ¿Por qué? Porque somos las personas que él ama y vino a liberar del pecado y la muerte. Porque somos las personas por las que murió y resucitó. Porque somos las personas que bautizó y convirtió en su propia familia, para hacernos hijos de Dios.
Jesús te lava porque te ama. Nunca lo olvides.
Querido Señor, gracias por amarme tanto. Ayúdame a amar a mis hermanos de la misma manera. Amén.
Para reflexionar
¿Quién te ha lavado y cuándo?
Pedro estaba avergonzado de dejar que Jesús le lavara los pies. ¿Sería eso un problema para ti?