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No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos (Mateo 7:1-2).
La autora de esta devoción nos dice: cada año, mi esposo se encarga de erradicar la maleza de nuestro patio. Yo pensaba que no era necesario hasta que me di cuenta de una maleza horrible y terca que crecía con tan solo ser regada un par de veces por la lluvia.
La envidia es como esa planta insidiosa que crece en lo más profundo de nuestros corazones, es una fuerza destructiva que puede socavar nuestra fe y nuestras relaciones. Nos lleva a mirar a los demás con resentimiento y a comparar nuestras vidas con las suyas, sembrando semillas de descontento y discordia.
En el podcast Sentido Latino, de Cristo Para Todas Las Naciones, reflexionamos hoy sobre este tema. Y es que la envidia puede conducirnos a juzgar al compararnos con los demás de una manera poco saludable y crítica. Al evitar la envidia y practicar la gratitud y el amor, podemos aprender a no juzgar precipitadamente a los demás y a verlos con los ojos de Cristo.
Dios nos invita a regar las semillas del amor, la compasión y la gracia. Y nos capacita para hacerlo a través del Bautismo y la Santa Cena.
Entonces, para no regar la planta de la envidia, podemos comenzar reconociendo su presencia en nuestras vidas y tomando medidas para erradicarla. No debemos esperar hasta ver la maleza horrible y terca en nuestro corazón para darnos cuenta de que sí es necesario erradicarla, dejando de lado la comparación constante con los demás y aprendiendo a encontrar alegría en nuestras bendiciones, cultivando una actitud de gratitud y generosidad hacia los demás y celebrando sus logros y bendiciones, sabiendo que somos todos miembros del mismo cuerpo de Cristo.
Y cuando caigamos en la trampa de la envidia o juzguemos a los demás, recordemos que Jesús está ahí para perdonarnos y capacitarnos de nuevo para amar.
Oremos: Padre nuestro, ayúdanos a no regar la planta de la envidia en nuestros corazones. En lugar de ello, ayúdanos a cultivar un espíritu de gratitud y generosidad, recordando siempre el sacrificio de Cristo que nos capacita para amar como él nos amó. Amén.
Para reflexionar:
*¿Qué necesitas hacer para erradicar la envidia de tu corazón?
*¿Qué puedes hacer para cultivar una actitud de gratitud y reconocimiento por las bendiciones que Dios te ha dado?
Diaconisa Noemí Guerra