La oración cristiana – Cristo para Todas las Naciones

Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu (Efesios 6:18).

Hoy en día, escucho cualquier cantidad de expresiones que las personas usan para referirse a algún tipo de comunicación con algún ser “divino”. Algunos dicen que «hablan con el universo», o que «envían energías positivas», expresando buenos deseos. Otros practican la «manifestación», creyendo en el poder de la mente y la energía para atraer resultados positivos. También he oído de la «visualización» como una forma de enfocar los pensamientos y energía en lo que se desea lograr o manifestar.

En la lectura de hoy, Pablo nos está dando instrucciones sobre cómo vivir la vida cristiana en medio de las luchas espirituales y la confusión. Está instando a los creyentes a mantener una vida de oración constante y sincera, en la que se comuniquen con el único Dios verdadero en todo momento y en todas las circunstancias, confiando en el poder del Espíritu Santo que mora en ellos.

La oración cristiana es única y diferente. Está dirigida al Padre. Jesús nos enseñó a orar llamando a Dios «Padre nuestro» (lee Mateo 6:9). Esto nos muestra la relación íntima que podemos tener con Dios como sus hijos amados.

La oración cristiana se hace en el nombre de Jesús. Oramos en la autoridad y el poder de Jesucristo, reconociendo que Él es nuestro único mediador ante Dios (lee 1 Timoteo 2:5).

La oración cristiana es activada por el poder del Espíritu Santo quien nos ayuda en nuestra debilidad y ora por nosotros con gemidos indecibles (lee Romanos 8:26).

Lo que distingue la oración cristiana es la relación con Dios como Padre, en la autoridad de Jesucristo como mediador y en el poder transformador del Espíritu Santo. Esta relación trinitaria es la forma en que los creyentes nos acercamos a Dios en oración y distingue la oración cristiana de otras prácticas religiosas.

Oremos: Padre nuestro, concédenos orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu. Reconocemos tu amor incondicional manifestado a través de Jesucristo, nuestro único mediador ante ti. Guíanos, Espíritu Santo, para que nuestras oraciones reflejen nuestra íntima relación contigo y nos fortalezcan en nuestra fe diaria. En el nombre de Jesús. Amén.

Para reflexionar:

*¿De qué formas puedes asegurarte de que tu comunicación con Dios sea íntima y personal, como la relación entre un hijo y su padre, como nos enseñó Jesús?

*¿Cómo estás permitiendo que el Espíritu Santo guíe tus oraciones y tu vida, confiando en su poder transformador para fortalecerte en momentos de debilidad e incertidumbre?

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