He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará (Marcos 10:33-34 JBS).
Jesús siempre fue sincero con sus discípulos y nunca buscó ocultarles la naturaleza de su misión aquí en la tierra. Podemos ver cómo en diversas ocasiones Jesús les dice a sus discípulos que Él tiene que ser entregado, arrestado y condenado a muerte. Jesús les ha dejado claro que tiene que entregar su vida para pagar por nuestra maldad y así obtener el perdón completo de todos nuestros pecados.
Sin embargo, los discípulos no podían comprenderlo. Ellos creían que Jesús subía a Jerusalén para derrocar al imperio romano y establecer un reino terrenal en el cual ellos serían dirigentes junto con Jesús. Es por esta razón que cuando los discípulos ven que Jesús es arrestado, se llenan de miedo y deciden abandonarlo.
No es sino hasta que Jesucristo resucita al tercer día que los discípulos por fin logran comprender que el Hijo del Hombre tenía que morir, como el sacrificio perfecto para reconciliarnos con Dios.
¡Jesús tomó nuestro lugar en la cruz! ¡Tú y yo merecíamos morir! Sin embargo, por amor al Padre y a nosotros, Jesús tomó el lugar que no le correspondía y murió en la cruz. Aquel día Jesús sufrió inmensamente, soportando el peso de tus pecados y los míos.
Pero la historia no termina ahí, sino que al tercer día Jesús resucitó, dejándonos claro que el sacrificio había sido aceptado. Así que ahora podemos alegrarnos y disfrutar de nuestra nueva y maravillosa relación con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos reconcilió con Él y nos hizo parte de su familia.
Querido Jesús, gracias por tomar mi lugar y entregar tu vida en la cruz. Tu dolor me trajo paz, y tu muerte me ha dado una vida eterna junto al Padre celestial. Gracias por tanto amor. Amén.
Para reflexionar
- ¿Alguna vez has tenido miedo a morir sin haber sido perdonado?
- ¿Hay algo que te impida acercarte a Jesús para recibir ese perdón?
Abigail Ramírez