Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardeció al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría. Por eso en la sinagoga discutía con los judíos y con hombres piadosos, y también con todos los que a diario acudían a la plaza. Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos discutían con él. Unos preguntaban: «¿De qué habla este parlanchín?» Y otros decían: «Es alguien que habla de dioses extranjeros.» Y es que les hablaba del evangelio de Jesús y de la resurrección. Entonces lo tomaron, lo llevaron al Areópago y le dijeron: «¿Nos puedes explicar qué es esta nueva enseñanza de la que hablas? Porque esto suena extraño en nuestros oídos. Nos gustaría saber qué significa todo esto» (Hechos 17:16-20)
Esta historia me fascina. Ahí está Pablo, un judío de judíos y fariseo de formación, atrapado esperando que aparezcan sus colegas, en una ciudad llena de ídolos que es todo lo contrario a lo que está acostumbrado. ¡Lo está volviendo loco! ¿Qué hacer? La mayoría elegiría retirarse a un lugar donde poder esconderse. ¿Por qué quedarse en un lugar que ofende? Pero no Pablo. ¡Lo primero que hace es ir a buscar a alguien para contarle acerca de Jesús! No piensa en su propia comodidad, sino que está preocupado por esas personas, por lo que decide llevarles las Buenas Nuevas, aunque evangelizar a Atenas nunca había estado en su agenda.
Pablo comienza donde está, no donde quiere estar. Pablo se preocupa por esas personas, porque sabe cuánto se preocupa Dios por ellas: tanto como para convertirse en ser humano, sufrir y morir por ellos. Esa es razón suficiente para Pablo. Y por eso hace lo que puede para contarles acerca de Jesús en una manera que entiendan. Les cita a los poetas y filósofos que conocen, haciendo que esas ideas lo lleven a hablar de Jesús.
Quizás haya un área de tu vida en la que no te sientas cómodo, ya sea en el trabajo o en tu vecindario, o tal vez con una parte de tu familia que tiene puntos de vista muy diferentes a los tuyos. ¿Qué hacer? ¿Escapar y refugiarse en alguna parte? Es una posibilidad. Sin embargo, con la ayuda de Dios, podrías tomarte el tiempo para mostrarles el amor de Jesús a través de tus palabras y acciones, sin importar cuán incómodo te haga sentir. Permite que la bondad y la misericordia de Jesús brillen a través de ti. Pídele al Espíritu Santo que te ayude, y mira lo que Dios hace.
Oremos: Querido Señor, úsame para mostrar tu amor a los demás a través mío, aun cuando me sienta incómodo. Amén.
Para reflexionar:
- ¿En qué área o situación en tu vida te sientes incómodo?
- ¿Cómo podrías mostrar bondad y misericordia a las personas en esa situación?
Escrito por la Dra. Kari Vo