Honra el semáforo – Cristo para Todas las Naciones

Hijos, obedezcan a sus padres en el nombre del Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y tengas una larga vida sobre la tierra. Ustedes, los padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor. Ustedes, los siervos, obedezcan a sus amos terrenales con temor y temblor, y con sencillez de corazón, como obedecen a Cristo (Efesios 6:1-5).

Mis respetos para todos los ingenieros y personas involucradas en hacer las calles y autopistas y los encargados de crear las leyes de tránsito. Cada ley tiene su lógica y su razón de ser. Yo no sé todas las razones, pero trato de seguir las leyes de tránsito y honrarlas, porque sé que detrás de un límite de velocidad usualmente hay una razón, y que detrás de una luz roja en el semáforo también hay una razón. Es por mi propio bien y el de los demás.

De la misma manera, la ley de Dios no es arbitraria, sino que describe una vida en la que las bendiciones de la creación pueden ser mejor disfrutadas. Porque a causa del pecado, no siempre disfrutamos las promesas de Dios a plenitud. No es que la obediencia a las leyes de Dios y a nuestros padres y autoridades nos justifiquen ante Dios, sino que, cuando los que hemos sido justificados obedecemos capacitados por su Espíritu, agradamos a Dios y disfrutamos mejor de su creación.

El Cuarto Mandamiento| dice: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Esto significa que “debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos ni irritemos a nuestros padres y superiores, sino que los honremos, les sirvamos, obedezcamos, los amemos y tengamos en alta estima”. Ellos son representantes de Dios, por lo que debemos honrarlos, a menos que nos exijan que desobedezcamos la palabra de Dios.

Solo Jesús fue capaz de cumplir de manera perfecta la ley divina en nuestro nombre y en nuestro lugar. Sin embargo, los cristianos, motivados por el Espíritu, nos esforzamos de manera voluntaria por obedecer sus mandamientos, para vivir en fidelidad y agradecimiento hacia él por habernos rescatado de la muerte y conducido hacia la plenitud de la vida.

Oremos: Padre, permítenos expresar gratitud por nuestros padres y autoridades, y danos humildad para servirles, obedecerles, amarlos, y valorarles. Te damos gracias porque a través del sacrificio de tu Hijo, nos has hecho hijos tuyos. Amén.

Para reflexionar:

*¿De qué manera honras a tus padres y autoridades?

*Considerando que solo Jesús cumplió perfectamente la ley divina en nuestro lugar, ¿cómo puede la obediencia voluntaria a los mandamientos de Dios ser una respuesta de agradecimiento y fidelidad hacia Aquel que te rescató y te condujo hacia la plenitud de la vida?

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