Entrando en la tierra prometida – Cristo para Todas las Naciones

Moisés subió desde los campos de Moab hasta el monte Nebo… y allí el Señor le mostró toda la tierra, desde Galaad hasta Dan, y todo Neftalí, y también la tierra de Efraín y de Manasés, es decir, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental, el Néguev y la llanura, el llano de Jericó y la ciudad de las palmeras, hasta Soar. Allí el Señor le dijo: «Ésta es la tierra que juré dar a los descendientes de Abrahán, Isaac y Jacob. Te he permitido verla con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.» Allí, en la tierra de Moab…Como Moisés puso sus manos sobre Josué hijo de Nun, éste fue lleno de espíritu de sabiduría, y los hijos de Israel le obedecieron e hicieron lo que el Señor le había ordenado a Moisés. Deuteronomio 34: 1-5a, 9

Moisés tuvo una última bendición antes de morir: Dios le permitió ver la Tierra Prometida, que era la meta del pueblo de Israel durante todos los años que Moisés los guió por el desierto. El mismo Moisés no pudo entrar a la Tierra Prometida, porque había desobedecido a Dios en un momento clave durante esos viajes (ver Números 20:12). Fue Josué quien llevó al pueblo a la tierra prometida.

Así es de simple y triste. Pero si nos detenemos y pensamos en ello desde un punto de vista diferente, podemos ver el Evangelio de Dios en acción.

Verás, Moisés es un símbolo de la Ley de Dios. Él fue quien subió al monte Sinaí y recibió los Mandamientos para que la gente viviera según ellos. Él fue quien hizo cumplir esos Mandamientos durante 40 años en el desierto, mientras la gente seguía pecando y rebelándose. Dios usó mucho a Moisés, y tenemos razón en honrarlo, así como respetamos la Ley de Dios.

¿Y la Tierra Prometida? ¿Qué significa simbólicamente? Fácil, señala nuestro futuro con Dios en el reino eterno de Dios, en los cielos nuevos y la tierra nueva, cuando seamos libres del pecado y la muerte, llenos de gozo, paz y felicidad. Eso es lo que esperamos: nuestra propia tierra prometida para toda la creación.

Pero por grande y gloriosa que sea la Ley de Dios, nunca nos llevará al reino de Dios. No puede. Somos personas quebrantadas y nunca obedeceremos la ley a la perfección. Necesitamos ayuda. ¿Quién puede llevarnos al reino de Dios?

Esta historia nos dice que Josué puede hacerlo. El nombre «Josué» es la forma hebrea del nombre «Jesús», y eso es exactamente lo que representa el verdadero Josué, simbólicamente. Jesús puede hacer lo que la Ley no puede hacer: puede llevarnos al reino de Dios para siempre, para vivir allí en paz y gozo.

¿Cómo hace esto? No lo hace instándonos a trabajar más duro para guardar la Ley de Dios, para intentar una y otra vez ser perfectos, solo para ser castigados cuando nos equivocamos, como siempre hacemos al final. No, Jesús mismo guardó la Ley, en su propia vida y cuerpo, y luego puso esa vida sobre el altar de la cruz. Jesús hizo expiación por nosotros a través de su muerte y resurrección. Ahora, todos los que confían en Él son rescatados y llevados a salvo a la verdadera tierra prometida: el reino de vida de Dios.

ORACIÓN: Amado Señor, gracias porque tú mismo nos has traído a tu reino, porque eres misericordioso con nosotros. Amén.

Para reflexionar:

¿Alguna vez has intentado vivir absolutamente a la perfección?

¿Cómo te fue?

Dra. Kari Vo

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