Ahora bien, si en verdad me he ganado tu favor, te ruego que me hagas saber qué planes tienes. Así sabré si en verdad me he ganado tu favor. ¡Toma en cuenta que esta gente es tu pueblo!» Y el Señor le dijo: «Mi presencia irá contigo, y te haré descansar.» Pero Moisés respondió: «Si tú no vas a venir conmigo, no nos saques de aquí. Éxodo 33: 13-15
Cuando Moisés hizo esta oración estaba llevando a los israelitas de la esclavitud en Egipto a la libertad en la tierra prometida de Canaán. Moisés le pide ayuda urgente a Dios. No puede estar tranquilo hasta que se le asegure repetidamente que Dios irá con él y su pueblo. La presencia de Dios significaba muchísimo para Moisés.
Dios le habló a Moisés cara a cara como un hombre le habla a su amigo y le dijo: «Mi presencia irá contigo». Moisés se aferró a esa promesa y oró por temor a la idea de guiar a su pueblo sin la ayuda de Dios, diciendo: Si no vas con nosotros, querido Dios, no nos lleves allá para nada. Sin ti no podemos ir a ninguna parte. Sin tu amor ni ayuda, no vale la pena. Todo lo que hacemos, o toda la riqueza que tendremos, sin ti, no es nada.
Esta es la misma humildad y confianza en Dios que necesitamos en nuestra nación hoy, cuando nos acercamos a la observancia del Día de la Independencia (o para nuestros vecinos canadienses, el “Día de Canadá”, celebrado ayer). Cuando Moisés oró pidiendo la ayuda de Dios, recordó la vida de Israel en Egipto, donde se practicaba la adoración de ídolos y donde el pueblo de Dios experimentó duras condiciones bajo sus amos egipcios. Moisés también recordó los tesoros espirituales invaluables de Dios que no deben perderse: que Él era su Dios y que les daría un Salvador.
La promesa de Dios a Abraham de que en él todas las familias de la tierra serían bendecidas (ver Génesis 22: 1-18; Hechos 3) significó que Dios estaría con Moisés y los hijos de Israel mientras se aventuraban a través del Sinaí hacia el tierra de Canaán. En verdad, hoy disfrutamos de las mismas bendiciones espirituales. La promesa del Salvador para nosotros se ha cumplido. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Moisés oró por su pueblo porque los amaba. Sabía que sólo Dios podía guiarlos y protegerlos, y es así también para nosotros hoy. ¿Cuándo fue la última vez que oraste por los senadores de su estado, tus representantes en el Congreso, el presidente? Por favor, ora por ellos. Ora también para que vivamos como una nación bajo Dios. He conocido a mucha gente en países donde he servido, y sé que hay hombres y mujeres de muchas naciones que nos miran con la esperanza de que les ayudemos a romper los lazos de ignorancia, miseria y tiranía que son demasiado comunes en sus vidas.
Con humildad y con verdadero arrepentimiento, agradezcamos a Dios por este maravilloso país y las innumerables bendiciones que Él ha derramado sobre él.
ORACIÓN: Padre Celestial, somos tu pueblo. Condúcenos en verdad y justicia para que seamos faros de luz para los que viven en tinieblas. En el nombre de Jesús. Amén.
Preguntas de reflexión:
¿Cómo ha bendecido Dios a todas las familias del mundo por medio de Abraham?
¿Por qué es bueno orar por los líderes de nuestra nación y los de otros países del mundo?
Del mensaje, «Esta nación bajo Dios», por el capellán Earl Kettler