Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Y todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Si quieren recibirlo, él es Elías, el que había de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga. Pero ¿con qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que se sientan en las plazas y les gritan a sus compañeros: “Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; entonamos cantos fúnebres, y ustedes no lloraron.” Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen que tiene un demonio; luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y lo califican de glotón y borracho, y de ser amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Pero a la sabiduría la reivindican sus hijos.» (Mateo 11:12-19).
¡Qué alegría! Nuestro Señor Jesús es amigo de los publicanos y pecadores como nosotros y nos ha rescatado por su gracia. Su Evangelio está siendo proclamado a todas las naciones y pueblos de la tierra pues, en Cristo, «aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios» (Romanos 3:21b), para que «él sea el justo y, al mismo tiempo, el que justifica al que tiene fe en Jesús» (Romanos 3:26). Y por el oír ese Evangelio de Jesús, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres (Juan 8:32).
Aunque sufrió la violencia de la Ley, se quejó aparentemente de la forma violenta en que la gente recibía el Evangelio y se entregó a hombres violentos, Jesús lo hizo para que pudiéramos disfrutar de la comunión con Él en su Reino y vivir en su casa en paz para siempre.
Oremos: Dios, gracias por ser nuestro amigo y liberarnos del pecado y de la muerte. Gracias por someterte a la violencia de la Ley para darnos paz eterna. Ayúdanos a vivir en esa libertad y a proclamar tu Evangelio a otros. Amén.
Para reflexionar:
*¿Qué significa para ti vivir en la libertad que Cristo te ha dado?
*¿De qué formas puedes compartir el mensaje de la gracia y la libertad en Cristo con aquellos que te rodean?
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra