Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas. Porque si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos les perdonará a ustedes sus ofensas (Marcos 11:25-26).
Cuando mis hijos estaban pequeños y se peleaban, no pasaban ni diez minutos y ya eran amigos nuevamente. ¡Era tan sencillo para ellos perdonarse y continuar jugando!
Una y otra vez en las Escrituras se nos habla del gran beneficio de perdonar. ¡Ah, si pudiéramos ser como los niños! Pero no es tan fácil. Es más, por nuestra propia cuenta es imposible. Pero sí lo podemos hacer cuando recordamos el gran amor de Jesús que lo llevó a morir en la cruz para pagar por nuestras culpas y ganarnos el perdón.
Hay muchas personas hoy en día que están rotas, solitarias o perdidas por falta de perdón hacia sí mismos o hacia otros, personas que van por la vida acarreando rencores y amargura. A muchos se les escucha decir: “Me han lastimado tanto, que no puedo perdonar”. Y es cierto, a veces sufrimos heridas muy profundas. Si tú eres una de ellas, tengo dos noticias para darte, una mala y una buena. La mala es que por tus propias fuerzas no podrás superar tu dolor. La buena es que con Dios sí podrás. Él conoce tu corazón y tu dolor pues Él también experimentó la burla, el rechazo, la violencia y la injusticia.
Pídele al Señor que examine tu corazón y te muestre si hay algo o alguien que debas perdonar. Y cada vez que al orar el Padrenuestro digas: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, recuerda que el perdón que recibes de Dios le costó la vida a Jesús. Valóralo e imítalo, para que muchos más puedan vivir en el amor y el perdón que solo él puede dar.
Padre nuestro, ensénanos cada día a amar y perdonar como tú lo haces. En el nombre de Jesús. Amén.
Para reflexionar:
*¿Cuántas veces crees que debes perdonar?
*¿Cómo sabes si ya has perdonado?
Diaconisa Erica Jofre