El pecado al desnudo – Cristo para Todas las Naciones

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas (Hebreos 4:12-13).

Los seres humanos somos una caja fuerte donde guardamos nuestras mentiras y pecados bajo llave para que nadie los vea. Y no solo guardamos lo que nos da vergüenza, sino que además cargamos la caja fuerte, con todo su peso, y la llevamos a todos lados a donde vamos. No abandonamos esa caja fuerte ni cuando dormimos. Muchas veces a la noche cuando nos acostamos, todo el contenido de esa caja comienza a hacer presión y nos molesta el sueño, y hasta se convierte en pesadillas.

Muchas de nuestras actitudes están moldeadas por el contenido sucio de esa caja fuerte, y lastimamos a otros, aunque no hayamos querido hacerlo. El peso del pecado y la vergüenza modelan una vida triste, fatigosa, sin salida. El rey David abrió en algún momento su caja fuerte y dijo: “Mientras callé, mis huesos envejecieron, pues todo el día me quejaba… Me dije: ‘Confesaré al Señor mi rebeldía’, y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo 32:3-5).

La Palabra de Dios es la llave maestra que abre la caja fuerte y nos muestra tal cual somos. Dios puede ver hasta lo más profundo de nuestro corazón, nuestros pecados y sus consecuencias, nuestras tristezas, nuestros miedos, nuestras incertidumbres. Y por todo lo que Dios encuentra, rendiremos cuentas. La llave que abre nuestra caja fuerte tiene el poder de traernos al arrepentimiento y cubrir todas nuestras faltas con el perdón de Jesús. Desnudo en la cruz, Cristo desnudó nuestro pecado y lo cubrió con el manto blanco de su inocencia.

Gracias, Padre, porque por medio de tu Hijo cubriste nuestra vergüenza y nos das la paz. Amén.

Para reflexionar:

*¿Cómo te beneficia saber que Dios te conoce mejor que nadie?

*Acércate a la cruz, y déjate cubrir con la justicia perdonadora de Cristo.

Rev. Héctor Hoppe

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