Diversión requerida – Cristo para Todas las Naciones

[Dijo Jesús:] «Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana» (Mateo 11:28-30).

Cuando nuestros hijos eran pequeños esperaban con ansias los lunes, que eran nuestro día familiar, cuando los llevábamos al parque o a hacer cosas divertidas. Al llegar a la adolescencia, teníamos que avisarles con mucho tiempo de anticipación cuando queríamos salir en familia, y enfatizar que su participación no era opcional, sino requerida. Al principio no estábamos seguros si nos iba a funcionar esa técnica, pero gracias a Dios fue todo un éxito. La clave estaba en literalmente obligarlos a hacer un alto en sus vidas y descansar, divirtiéndose con su familia.

En el Tercer Mandamiento, Dios nos exhorta: “Te acordarás del día de reposo, y lo santificarás”. Esto significa que “debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos la predicación y su palabra, sino que la consideremos santa, la oigamos y aprendamos con gusto”. Es como si Dios nos estuviera invitando aquí a una diversión y descanso requeridos, y a veces debemos ser obligados a hacerlo.

En el Antiguo Testamento, Dios estableció el séptimo día (sábado) como el día de reposo, para que su pueblo dedicara tiempo a adorarlo y reflexionar sobre su poder y bondad. Hoy en día Dios ya no requiere la observancia del sábado, pero nos invita a congregarnos para recibir su Palabra y sacramentos, y a descansar de nuestros trabajos. Así como experimentamos la alegría y la conexión familiar en nuestros días de diversión con nuestra familia, Dios nos llama a un descanso sagrado y gozoso en su presencia.

Cuando honramos el Tercer Mandamiento nos apartamos de las cargas de la vida y descansamos en la gracia de Cristo, recibiendo así el recordatorio de que nuestra salvación no depende de nuestros esfuerzos, sino de la obra redentora de Jesús.

Oremos: Jesús, gracias por llamarnos a un descanso requerido. Te alabamos porque cuando estamos unidos a ti, ninguna carga es demasiado pesada. Gracias porque cuando nuestro pecado ha sido perdonado y nuestra conciencia ha sido liberada de la carga y del aguijón del pecado por tu obra en la cruz, podemos soportarlo todo. Amén.

Para reflexionar:

*¿Cómo experimentas el descanso que Cristo ofrece en medio de las cargas y demandas de la vida diaria?

*Considera cómo el mandato divino de descanso, tanto en el Antiguo Testamento como en la actualidad, te invita a apartarte de la tarea imposible de asegurar tu salvación mediante esfuerzos personales, y cómo puedes vivir en la libertad redentora de Cristo.

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