Desamparado – Cristo para Todas las Naciones

Los soldados lo llevaron al interior del atrio, es decir, al pretorio, y llamaron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le colocaron una corona tejida de espinas, y comenzaron a saludarlo: “¡Salve, Rey de los judíos!” Lo golpeaban en la cabeza con una caña, y lo escupían, y doblaban las rodillas para hacerle reverencias. Después de burlarse de él, le quitaron la ropa de púrpura, lo vistieron con sus propios vestidos, y lo sacaron de allí para crucificarlo. Marcos 15:16-20

Me resulta muy inquietante esta frase: “Le quitaron la ropa de púrpura, lo vistieron con sus propios vestidos”. Parece que Jesús ya no podía vestirse por sí mismo. Por la flagelación, los golpes y las burlas, a estas alturas probablemente ya no podía mantenerse consciente. El dolor y la pérdida de sangre pueden afectar así a una persona.

Todos tenemos nuestros momentos de impotencia. Y cuando vienen, esperamos y oramos para que aquellos que amamos estén con nosotros, para que nos den la atención que necesitamos, nos provean una cama suave y segura, nos den la oportunidad de sanar mientras otros llevan nuestras cargas.

Nada de eso sucedió con Jesús. ¿Por qué? Porque él estaba llevando nuestras culpas. Se volvió indefenso por nosotros, porque estábamos desamparados ante el poder del mal. Él tomó nuestro lugar y nos rescató del poder del pecado, la muerte y el diablo. Y se alegró. Jesús se alegró de salvarnos. Incluso hoy lo volvería a hacer en un santiamén, si fuera necesario. Él se deleita en nosotros; por eso creyó que valía la pena el dolor, la muerte, e incluso la impotencia. Jesús nos ama para siempre.

Señor, gracias por amarnos tanto. Amén.

Para reflexionar
¿Alguna vez has estado desamparado?
¿Cómo cuidas a las personas indefensas?
¿Qué significa para ti que Dios haya estado desamparado?

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