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Oren sin cesar. Den gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:17-18).
¿Tienes a alguna persona en tu vida con quien te encanta pasar tiempo conversando? ¿Una persona que está realmente presente, no en su teléfono o esperando responderte, sino una persona que genuinamente disfruta tu compañía y con quien puedes hablar constantemente? Esa persona es una bendición. Te recomiendo que cultives y cuides esa relación. En una relación así, la conversación no es una obligación, sino que la conversación ocurre naturalmente, como el pulso en nuestros cuerpos vivos. De eso se trata la lectura de hoy.
Orar sin cesar es mantenernos en constante conexión con Dios, no solo en momentos específicos, sino en todo momento de nuestras vidas. Y Dios nos enseña cómo orar en su Palabra.
Quizá te preguntes, ¿por quién debemos orar? Debemos orar por nosotros mismos, por los demás e incluso por aquellos que nos han hecho daño, pero nunca por los que han muerto (Lee 1 Timoteo 2:1-2 y Mateo 5:44).
¿Y dónde debemos orar? ¡En todas partes! Ya sea en la soledad de nuestro cuarto, junto a nuestra familia o en la comunidad de la iglesia, Dios siempre está dispuesto a escucharnos. (Lee 1 Timoteo 2:8, Mateo 6:6, Lucas 5:16 y Hechos 12:5)
Pero ¿con qué frecuencia debemos orar? Bueno, ¡todo el tiempo! (Lee de nuevo el versículo de hoy).
Martín Lutero dijo una vez: «Un cristiano sin oración es algo tan imposible como una persona viva sin pulso. El pulso nunca carece de movimiento; se mueve y late constantemente, incluso si uno está dormido o hay algo que evite que uno sea consciente de ello».
Dios es esa persona en tu vida con quien puedes pasar tiempo conversando. Esa persona que está realmente presente, no en su teléfono o esperando responderte, sino que genuinamente disfruta tu compañía y con quien puedes hablar constantemente. Esa relación con Dios es una bendición.
Oremos: Padre nuestro, en Cristo Jesús, quien nos enseñó a orar y nos reconcilió contigo, te agradecemos por el don de la oración. Que oremos sin cesar y te demos gracias en todo, porque ésta es tu voluntad para nosotros en Cristo Jesús. Amén.
Para reflexionar:
*¿De qué manera puedes compartir el regalo de la oración y el perdón de Cristo con aquellos que te rodean?
*¿Cómo puedes integrar la enseñanza de Cristo sobre la oración constante en tu vida diaria?