Amor sufriente – Cristo para Todas las Naciones

Señor, tú has sido propicio a tu tierra: has hecho volver a Jacob de su cautividad, has perdonado la iniquidad de tu pueblo, has perdonado todos sus pecados, has reprimido completamente tu enojo, has alejado de ti el ardor de tu ira. ¡Ahora restáuranos, Dios de nuestra salvación! ¡Deja ya de estar airado contra nosotros! ¿Acaso vas a estar enojado con nosotros siempre? ¿Mantendrás tu ira de una generación a otra? ¿Acaso no volverás a darnos vida, para que este pueblo tuyo se regocije en ti? Señor, ¡danos muestras de tu misericordia! ¡Concédenos tu salvación! (Salmo 85:1-7).

Sabemos lo que es el amor sufriente: es ese amor que sufre todo por alguien que no lo merece, como el amor constante de una madre por su hijo desobediente. Así nos ama Dios quien, a pesar de nuestra desobediencia a su enseñanza y consejo, se mantiene fiel a su vocación y nunca abandona.

Aunque duela, el amor sufriente impone castigo al ser querido para que recapacite y cambie su manera de vivir. En su amor, Dios disciplina a su hijo, el pueblo de Israel, enviándolos al exilio para que se arrepientan de sus pecados y vuelvan a Él. Es un ejercicio del amor que duele, pero que es necesario.

El Salmo 85 proclama el retorno de Israel de su exilio. Al librarlos de su cautiverio, Dios les ha mostrado que ya no está enojado con ellos. Dios ha perdonado sus pecados. El salmista le pide a Dios que aleje su ira y enojo de su pueblo y sus descendientes y que les dé su salvación. Dios responde plenamente a esta oración al enviar a su Hijo Jesús al mundo para sufrir y morir en la cruz por nosotros y salvarnos de nuestros pecados.

Misericordioso Dios, te damos gracias porque, a pesar de nuestros pecados, no te alejas de nosotros, sino que nos restauras con tu perdón mediante tu Hijo Jesucristo. Amén.

 Para reflexionar:

*¿Qué beneficios provee el uso apropiado de la disciplina en la vida de los hijos?

*¿Qué comunica acerca del carácter de Dios el hecho de que su ira no es un fin en sí mismo, sino un medio para llevar a sus hijos al arrepentimiento y el perdón?

Prof. Leopoldo Sánchez

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