Dio a conocer sus caminos a Moisés; los hijos de Israel vieron sus obras. El Señor es misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia. Salmo 103: 7-8
Dios dio a conocer sus caminos a Moisés y a Israel, pero ¿cuáles son esos caminos? Según el salmista, Dios es «misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia». Esos caminos se dieron a conocer a través de los poderosos actos de Dios en la historia de Israel, hechos fielmente registrados en las Sagradas Escrituras. Dios escogió en su gracia a Abraham para que fuera el padre de una nación. Y el Señor hizo un pacto con Abraham, prometiendo que por medio de uno de sus descendientes “serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12: 3b). Con poderosos actos, Dios sacó a su pueblo de la esclavitud en Egipto y lo condujo a través del desierto a la Tierra Prometida. Cuando los israelitas se rebelaron contra Dios e hicieron sacrificios a los ídolos, el Señor los entregó en manos de sus enemigos. Sin embargo, cuando clamaron a Dios por ayuda, Dios siempre “se acordaba de su pacto con ellos, y por su gran misericordia los volvía a perdonar” (Salmo 106: 45b).
Durante la era de los jueces de Israel, Dios actuó con misericordia. Cuando sus enemigos los oprimieron, el pueblo clamó a Dios. Y Dios “se conmovía al escuchar los gemidos de su pueblo oprimido y afligido” y levantó jueces para salvar a su pueblo (Jueces 2: 18b). Este ciclo de rebelión y arrepentimiento se repetía a menudo, sin embargo, el Señor misericordioso que abunda en amor inquebrantable actuó una y otra vez para salvar a su pueblo. Dios levantó reyes para gobernar a su pueblo y eligió al joven pastor David para reinar sobre Israel. Dios hizo un pacto con el rey, prometiendo resucitar a un Hijo de David y le dijo: “afirmaré su trono para siempre” (2 Samuel 7: 13b). El mismo David declaró: “El Señor da la victoria al rey; siempre es misericordioso con su ungido, con David y con sus descendientes” (Salmo 18:50). Con todos estos actos en la historia de Israel, y con muchos otros poderosos actos, Dios dio a conocer sus caminos.
A lo largo de la historia de Israel, Dios recordó la promesa de su pacto y, en el momento adecuado, el Mesías prometido, el Hijo de Dios, nació en Belén. Jesús es linaje de Abraham e hijo de David; Él es la bendición prometida a las naciones. La misericordia y la gracia de Dios, su ira y su amor constante, se unieron en la cruz de Jesús. Por su amor inquebrantable, Dios envió a su Hijo como sacrificio para expiar los pecados del mundo. Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo a la cruz, sufriendo y muriendo bajo la justa ira de Dios contra el pecado. Por el amor de Jesús, Dios nos muestra misericordia, eligiéndonos por gracia para ser su pueblo y perdonar nuestros pecados. Los caminos de Dios se nos dan a conocer en las Sagradas Escrituras. De esas páginas sagradas y de los poderosos actos de Dios en nuestras propias vidas, hemos aprendido, y creemos, que “El Señor es misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia”.
ORACIÓN: Señor Dios, guíame en el estudio de tu Palabra para que pueda conocer mejor tus caminos. Amén.
Para reflexionar:
¿Cuáles son tus historias favoritas del Antiguo Testamento que muestran la bondad y el amor de Dios?
En lo personal, ¿cómo ha sido Dios paciente contigo una y otra vez?
Dra. Carol Geisler