Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado, y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén (Mateo 28:16-20).
Me encanta la imagen de Jesús que pinta Mateo cuando da instrucciones finales a los discípulos. Allí están en la montaña, mirando a su Señor resucitado, y Jesús les está dando las instrucciones que impulsarán a la iglesia a 2000 años de compartir el Evangelio acerca de Él. Jesús les dice exactamente qué hacer: hacer discípulos. ¿Cómo? Bautizándolos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a hacer todo lo que Jesús nos ha mandado. Esa es su misión en el futuro.
¡Pero hasta en ese momento histórico hay algunos que dudan! Quizás todavía no podían creer lo que veían y confiar en que Jesús estaba realmente vivo. O tal vez no estaban completamente seguros de quién era Jesús. Cualquiera fuera la razón, tenían dudas. Y Jesús tenía que saberlo. Sin embargo, siguió adelante y les dio Su misión de todos modos.
Esto me consuela porque muestra que, incluso cuando la iglesia está en mal estado, Jesús nos sigue amando y confiando su obra. Él no espera que seamos perfectos. No nos dice: “Como algunos de ustedes todavía tienen dudas, cancelemos todo”. No, Jesús está dispuesto a trabajar con nosotros. ¡A veces parece que Él tiene más fe en nosotros que nosotros mismos!
Es que Jesús sabe quiénes somos. Somos el pueblo por el cual Él sufrió y murió para hacernos hijos de Dios. Somos el pueblo por el cual Él resucitó de entre los muertos para que podamos vivir para siempre con Él en su reino. Somos el pueblo al cual Él envió el Espíritu Santo, y aunque no tengamos poder en nosotros mismos, el poder de Dios fluye a través de nosotros.
Por más quebrantados que estemos, Jesús se deleita en nosotros y hace su maravillosa obra a través de nosotros. Y al final de los tiempos todos se asombraron al ver lo que Dios ha logrado a través de su pueblo imperfecto y glorificaron al Señor.
Oremos: Querido Señor, gracias por confiar en mí y usarme cuando ni siquiera puedo confiar en mí mismo. Haz que tu Espíritu Santo actúe a través de mí. Amén.
Para reflexionar:
- ¿Cómo crees que Mateo supo que algunas de esas personas estaban dudando?
- ¿En qué momento específico de tu vida Dios confió en ti para hacer algo para lo que no te sentías preparado?
Escrito por la Dra. Kari Vo