Afloramientos rocosos de la vida – Cristo para Todas las Naciones

Pero ustedes, amados hermanos, sigan educándose sobre la base de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo, manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. Sean comprensivos con los que dudan. A otros, arrebátenlos del fuego y pónganlos a salvo; y a otros más, ténganles compasión, pero ¡cuidado!, desechen aun la ropa que su cuerpo haya contaminado. Y a aquel que es poderoso para cuidar de que no caigan, y presentarlos intachables delante su gloria con gran alegría, al único Dios, nuestro Salvador por medio de Jesucristo, sean dadas la gloria y la majestad, y el dominio y el poder, desde antes de todos los siglos y siempre. Amén. Judas 20-25

Recuerdo que hace unos años escalé una estructura rocosa en el Parque Nacional Joshua Tree en el sur de California. Estuvimos allí durante el fin de semana parte del pequeño grupo de hombres de una iglesia luterana en Ontario, California. Allí aprendimos, lo más que pudimos en un fin de semana, acerca de cómo escalar de manera segura algunas de las fantásticas formaciones rocosas de Joshua Tree.

Mientras estudiábamos las magníficas paredes rocosas que teníamos ante nosotros, poníamos atención a cada palabra de nuestro guía experto. Era un veterano de años en escalar estructuras rocosas en todo el país, así que confiábamos en sus habilidades para guiarnos y evitar que nos cayéramos.

Cuando comenzamos ese fin de semana, todos los de nuestro grupo éramos novatos. Pero al final, después de escalar paredes rocosas que nunca hubiéramos soñado con escalar, aprendimos lo importante que es comprender y aplicar las instrucciones de nuestro guía.

En Joshua Tree aprendimos en menor escala lo que Dios hace por nosotros. Él nos preserva la vida y no deja que nuestros pies resbalen (ver Salmo 66: 8-9). Aún si algo tan inamovible como una montaña cayera al lado nuestro, el amor y la compasión de Dios no se moverán jamás (véase Isaías 54:10). Él es nuestro Guía para evitar que tropecemos, para mantenernos a salvo bajo su cuidado.

Así es como Dios nos guía a través de las montañas rocosas de la vida. Él nos da su Palabra para nuestra salvación y su Espíritu como garantía. Como luz en nuestro camino, su Palabra es perfecta (ver Salmo 119: 105), como garantía de nuestra salvación su Espíritu es seguro (ver Efesios 1: 13-14), y como Vencedor sobre el pecado, la muerte y Satanás, tenemos a Jesús, «el autor y consumador de la fe» (ver Hebreos 12: 2).

Jesús es nuestro guía, seguro y firme, quien nos ha precedido (ver Hebreos 6: 19-20), y quien conoce muy bien los sufrimientos que tenemos en esta vida (Isaías 53: 3-12), porque Él soportó cada uno por ti y por mí en la cruz.

Solo Jesús puede evitar que tropieces. Confía en él.

ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por enviar a tu Hijo para guiarnos y protegernos. En su Nombre. Amén.

Para reflexionar:

¿Alguna vez Dios te ha impedido tropezar de manera terrible?

¿Qué haces para apoyarte en Jesús como guía y dirección en tu vida?

 

Paul Schreiber

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