Yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación! Tú, Señor eres mi Dios y fortaleza (Habacuc 3:18-19a)
Mamá, si Dios sabía lo malo que era este mundo, ¿por qué nos creó? Estas fueron las palabras de mi hijo menor. Le recordé del amor de Dios, y aunque entendió, no quedó convencido. “Pero si Dios es poderoso”, insistió, “¿por qué no quita el mal de este mundo?» Estaba inconsolable, dio la media vuelta y se alejó angustiado, pero lo animé a orar por ello. Mi hijo creía que su Dios no era el “superhéroe” que decía ser. Al atardecer se me acercó y me dijo: «Mamá, oré y ahora entiendo que las cosas malas que nos suceden son por culpa nuestra, pero Dios las aprovecha para prepararnos para cosas mayores y al final de la prueba Jesús será glorificado.” Me dejó sin palabras. ¡Alabado sea el Señor!
El profeta Habacuc acusó a Dios de no cumplir con su trabajo de rescatar a Israel. En una visión, Dios le mostró que el reino de Judá estaba por pasar por un tiempo terrible de tribulación, lo que hizo que Habacuc se arrodillara en arrepentimiento. Más tarde, Habacuc alabó a Dios diciendo: “yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación!” Él entendió que el fin no era la destrucción del mundo, sino el triunfo de Dios.
Dios cumplió Su pacto con ellos y lo cumplirá también con nosotros pues, como leemos en Hebreos 10 versículo 37: “dentro de muy poco tiempo, ‘el que ha de venir vendrá, y no tardará’”. Dios le dio a Habacuc la seguridad de que los justos vivirán por su fe y que su fe les será contada por justicia. Y esa misma seguridad es nuestra hoy gracias a la vida, obra, muerte y resurrección de ese Niño nacido en Belén hace más de dos mil años, quien también habrá de volver para juzgar a los vivos y a los muertos.
Señor, purifícanos y devuélvenos el gozo de tu salvación. Mantennos firmes en la fe y con los ojos en Cristo, porque solo Tú eres nuestra fortaleza y salvación. Amén.
Para reflexionar:
*¿Cómo superas las dudas que a veces tratan de apartarte de Dios?
*¿Qué haces para mantenerte firme en la fe mientras esperas el regreso de Cristo?
Diac. Perla Rodriguez