Y no sólo esto. También sucedió cuando Rebeca concibió de un solo hombre, de nuestro antepasado Isaac, 11 aunque sus hijos todavía no habían nacido ni habían hecho algo bueno o malo; y para confirmar que el propósito de Dios no está basado en las obras sino en el que llama, 12 se le dijo: «El mayor servirá al menor.» 13 Como está escrito: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.» Romanos 9:10-13
Dios dice algo realmente difícil en nuestra lectura de hoy: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí». ¿Qué? ¿Cómo puede Dios amar a una persona y odiar a otra, y especialmente cuando hablamos de gemelos no nacidos? ¡Es terrible decir eso!
La respuesta a esto radica en entender lo que significa «amor» y «odio» en este contexto. Dios no está diciendo que tiene fuertes emociones negativas hacia el pobre Esaú, o que iba a maldecirlo. De hecho, si comparamos la vida de Esaú con la de Jacob, parece todo lo contrario: ¡Esaú era mucho más feliz! Mientras ambos hermanos se convirtieron en líderes y antepasados ??de grandes naciones, Jacob pasó veinte años exiliado de su hogar, tuvo problemas interminables con su familia y luego hizo que sus descendientes se convirtieran en esclavos en Egipto durante 400 años. Hasta donde sabemos, nada de eso le sucedió a Esaú. Humanamente hablando, Esaú tenía un trato mucho mejor.
Entonces, ¿cuál fue la diferencia? Solo esto: Dios eligió a Jacob, Jacob el mentiroso, Jacob el tramposo, para ser el antepasado de Jesús. Fue a través de los descendientes de Jacob que Dios traería su salvación al resto del mundo. En este sentido es que podemos decir que Dios «amaba» a Jacob y, en comparación, podemos decir que «odiaba» a Esaú. Esaú no fue elegido para llevar tal carga, para transmitir tal bendición. Su papel era ser como todos los demás: un simple receptor de la bendición de Dios.
Podríamos pensar que Esaú tiene razones para estar celoso de Jacob; después de todo, ¡quién no querría ser un antepasado de Jesús! Pero no se trata de eso. Dios eligió a Jacob precisamente por el bien de Esaú y por tu bien y el mío. Dios eligió a Jacob para poder elegirnos a todos, para poder enviar a Jesús al mundo a sufrir, morir y resucitar, para que todos los que confiamos en Él podamos convertirnos en hijos de Dios.
Dios amaba a Jacob, sí. Pero a través de él y de su descendiente Jesús, Dios amaba a Esaú y a todos los que Él ha llamado a convertirse en hijos suyos amados a través de Jesús, nuestro Salvador.
ORACIÓN: Padre, gracias por llamarme a ti mismo en Jesús. Amén.
Preguntas de reflexión:
¿Alguna vez no te eligieron para un trabajo difícil? ¿Cómo te hizo sentir eso y por qué?
Al igual que Jacob, Dios te ha elegido para llevar las Buenas Nuevas de Jesús a otras personas. ¿Cómo puedes crecer en tu habilidad para hacerlo?
Dra. Kari Vo