«¿Qué ven los demás?» – Cristo para Todas las Naciones

Uno se mira en el espejo por diversas razones, la mayoría relacionadas con la apariencia personal, para asegurarse que la imagen que uno presenta es la que desea que los demás vean. Lo opuesto también es cierto: si nos miramos en un espejo pero no prestamos atención a lo que vemos, de nada nos servirá. 

Santiago 1:22-24 dice que lo mismo sucede cuando leemos la Palabra de Dios: nos vemos así como somos. El mirarnos en el espejo de la Palabra de Dios debería ayudarnos a dar lo mejor, o sea, a dar la mejor imagen que, como cristianos, nos corresponde dar a los demás. Pero si al mirar en el espejo de la Palabra de Dios olvidamos lo que vemos, lo más probable es que no presentemos una buena imagen.

Para tener una buena apariencia ante otros como hijo de Dios, Santiago dice que no es suficiente simplemente «mirarnos» en el espejo de la Palabra de Dios, o sea, ser solo «oyentes» de esa Palabra. También debemos recordar cómo nos vemos, para así poder presentarnos correctamente ante los demás como «hacedores» de esa Palabra. Ser un «hacedor» significa poner la fe en acción, haciendo visibles las enseñanzas de Jesús en nuestra vida. Cuando los demás nos ven como hijos de Dios, entonces luciremos como su Hijo, a medida que cada día vamos siendo formados más y más a Su imagen (ver Romanos 8:28-30).

Como puedes ver, es importante que nos miremos en el espejo de Dios y que regularmente nos examinemos a la luz de su Palabra. Sabiendo esto, Pablo le escribió a Timoteo: «Procura con diligencia presentarte ante Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).

La Palabra de Dios nos muestra quiénes somos, revela la gloria de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y nos enseña la persona que debemos tratar de reflejar a los demás en el espejo de nuestras vidas.

ORACIÓN: Padre celestial, en tu Palabra veo cuánto me amas. Ayúdame a reflejar tu amor a los demás en todo lo que hago y digo. En el nombre de Jesús. Amén.


Para reflexionar:
¿Qué prácticas o rutinas te ayudan a ser un consistente «hacedor» de la Palabra? 

Cuando los demás te miran, ¿qué crees que ven?


De The Lutheran Layman, junio de 1979, «El espejo de la Palabra de Dios», Ron Schlegel

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