Hace algunos años estábamos ayudando a una familia de refugiados a lidiar con un concesionario de automóviles sin escrúpulos en nuestra ciudad. Este comerciante les había vendido un auto por mil dólares y estaba tratando de estafar otros mil en servicios innecesarios, sabiendo que ellos no hablaban inglés y no podían defender sus derechos. Mi esposo, vestido con su camisa clerical, fue conmigo a hablar con el comerciante quien, finalmente, accedió a devolverles el dinero diciendo: «Mi abuela era cristiana; leía la Biblia todo el tiempo. Siempre la recuerdo.»
Me pareció extraño. El hombre era un tramposo increíble y con una pésima reputación, pero el ejemplo cristiano de su abuela todavía tenía el poder de conmoverlo, 50 años después. ¡Gracias a Dios por las abuelas cristianas! Y gracias a Dios por todos los cristianos que tienen a Cristo viviendo en ellos y por medio de ellos. Pablo habla sobre el ejemplo que trató de dar a los Efesios:
«Ustedes saben cómo me he comportado todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia. Saben que he servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, y que he sido puesto a prueba por las intrigas de los judíos. …noche y día, durante tres años, con lágrimas en los ojos siempre he aconsejado a cada uno de ustedes. Nunca he codiciado la plata ni el oro ni el vestido de nadie. Bien saben ustedes que mis manos me han servido para ganar lo que nos faltaba a mí y a los que están conmigo. Siempre les enseñé, y ustedes lo aprendieron, que a los necesitados se les ayuda trabajando como he trabajado yo, y recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Hay más bendición en dar que en recibir'» (Hechos 20:18-19, 31, 33-35).
Claramente, Pablo quería que imitaran su forma de vida en Cristo. Y, sin embargo, había algo aún más importante que Pablo quería que tuvieran, algo que es la base de todo lo que realizamos en el camino de las buenas acciones: quería que compartieran su fe, que fueran fuertes en Cristo Jesús, nuestro único Salvador. Por eso dijo: «Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra de bondad, la cual puede edificarlos y darles la herencia prometida con todos los que han sido santificados» (Hechos 20:32).
Podemos vivir como cristianos porque Cristo Jesús nos ha dado vida a través de su muerte y resurrección. Nadie puede producir buenos frutos para Dios aparte de Cristo, pero cuando Jesús vive en nosotros, cuando el Espíritu Santo nos gobierna, nuestras vidas se convierten en algo que trae alabanza a Dios. Y quienes nos rodean, incluso los mentirosos y los tramposos, se darán cuenta. Que Dios nos use a cada uno de nosotros de esta manera.
ORACIÓN: Espíritu Santo, vive en mí y fortalece mi fe para que otros vean mi vida y alaben a Dios. Amén.
Dra. Kari Vo
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