Busquen ustedes el reino de Dios, y todas estas cosas les serán añadidas. Ustedes son un rebaño pequeño. Pero no tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino (Lucas 12:31-32).
No sé si te pasa como a mí, pero cuando mi celular se está quedando sin carga entro un poco en pánico. Y es que un celular sin carga no sirve para nada. No puedo usar el GPS si me pierdo, no puedo hacer llamadas, ni enviar mensajes. Nada funciona. Es frustrante, ¿verdad? Pero, en cuanto lo conecto al cargador, comienza a recargarse y pronto puedo usarlo para todo lo que necesito. De manera similar, buscar primero el Reino de Dios es como conectar nuestra vida a la corriente divina.
En el pasaje de hoy, Jesús está hablando a sus discípulos, animándolos a no preocuparse demasiado por sus necesidades diarias sino a buscar su Reino. En la segunda petición del Padre Nuestro oramos — «Venga a nos tu reino». Aunque el reino de Dios llega, sin necesidad de nuestra oración, pedimos que venga a nosotros. Y esto pasa cuando Dios nos concede su Espíritu Santo, para que, por su gracia, creamos en su palabra y vivamos una vida de piedad.
Buscar el Reino de Dios significa poner a Dios y su voluntad en primer lugar en nuestras vidas. Es como asegurarnos de que nuestro «cargador espiritual» esté siempre conectado.
Jesús mismo cumplió perfectamente esta misión. A través de su encarnación, ministerio, muerte y resurrección, Jesús inauguró el reino de Dios y nos mostró cómo vivir en obediencia y confianza en el Padre. Sin embargo, no se trata de seguir su ejemplo con nuestras propias fuerzas.
Sabemos que nuestras preocupaciones y miedos a menudo nos distraen, pero Jesús, en su amor, no solo nos enseñó sobre el Reino, sino que nos perdona continuamente y nos capacita a través del Espíritu Santo para que podamos buscar su Reino. Así como el cargador recarga nuestro celular, es el Espíritu de Cristo quien nos mantiene conectados y capacitados para vivir conforme a la voluntad de Dios.
Oremos: Padre nuestro, gracias por enviar a Jesús para mostrarnos tu Reino y darnos tu Espíritu Santo, para que, por su gracia, podamos vivir en piedad y confianza. Que tu Espíritu nos mantenga siempre conectados a ti. Amén.
Para reflexionar:
*¿Cómo se conecta tu vida a la corriente divina?
*Cuando las preocupaciones y miedos te distraen, ¿cómo recuerdas y confías en la promesa de que Jesús siempre te perdona y te capacita para seguir buscando su reino?