Calefacción o chimenea – Cristo para Todas las Naciones

Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Le dijo entonces Pilato: «¿Así que tú eres rey?» … (Juan 18:36-37a).

A mí me encanta el frío. Pero a algunos de mi familia no tanto. Entonces, en el invierno usamos la chimenea o la calefacción para calentar la casa. Ver la chimenea es hermoso y relajante; nos da su calor, y a la vez vemos el fuego moverse majestuosamente y escuchamos la madera crepitar mientras se consume. Además, la madera huele riquísimo. Es toda una experiencia. La calefacción, por su parte, calienta la casa de manera constante, sin mucho espectáculo.

Creo que Pilato esperaba la experiencia de la chimenea y recibió la calefacción. Esperaba que el Reino de Cristo fuera como los reinos de la tierra, lleno de poder visible y majestuoso. Pero Jesús, con su respuesta, nos revela una verdad más profunda: su Reino no es de este mundo, sino que es un Reino celestial que opera de manera diferente, transformando vidas de manera constante, sin necesidad de espectáculo.

Creemos y confesamos que el reinado presente (aunque escondido) de Cristo se extiende por el Espíritu mediante el Evangelio y se revelará por completo cuando Cristo regrese en gloria. Mientras tanto, vivimos en la gracia de su reino oculto pero eficaz y constante.

En la segunda petición del Padre Nuestro, oramos: «Venga a nos tu reino». Aunque el Reino de Dios llega sin necesidad de nuestra oración, pedimos que venga a nosotros. Esto pasa cuando Dios nos concede su Espíritu Santo, para que, por su gracia, creamos en su Palabra y vivamos una vida de piedad.

Aunque Pilato, y a veces nosotros, esperamos que el Reino de Cristo se manifieste con el esplendor y el espectáculo de una chimenea, la realidad es que el Reino de Dios se parece más a la calefacción: eficaz, silencioso y transformador. Por el Espíritu Santo, Cristo trabaja de manera profunda, moldeando nuestras vidas con su constante gracia y verdad.

Oremos: Padre nuestro, venga a nos tu reino. Concédenos tu Espíritu Santo, para que, por la gracia de Cristo, creamos en tu santa Palabra y vivamos una vida de piedad. Amén.

Para reflexionar:

*¿Te gusta usar más la chimenea o la calefacción?

*¿Cómo puedes ser un testimonio activo de la verdad de Cristo en un mundo que busca manifestaciones grandiosas y visibles, pero que necesita la calidez constante de su Reino?

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