El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (Juan 3:18).
Este versículo me encanta porque me recuerda el amor tan grande que el Padre tiene por nosotros. Pero a la vez me aterra, porque me recuerda que a veces mi fe falla.
Y es que todavía somos seres humanos. Somos santos y a la vez pecadores. Y Dios lo sabe. Por eso nos dio los regalos del Bautismo, donde nos limpia del pecado, de la Santa Cena, donde fortalece nuestra fe para que sigamos creyendo, y de su Palabra, que nos alimenta y nos apunta siempre a Cristo.
Dios nos ofrece el perdón de nuestros pecados en su evangelio, perdón que recibimos mediante la fe, es decir, creyendo en la promesa del evangelio.
Y es que no se trata de nosotros, sino de lo que Cristo hizo y sigue haciendo en nosotros. Así que “fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe…” nos dice Hebreos 12:2a. Él produce la fe en nosotros y la sostiene hasta el fin. Como leemos en Filipenses 1:6b: “… el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
Y cuando nuestra fe falle y falle de nuevo, recordemos que “…¡nunca su misericordia se ha agotado! ¡Grande es su fidelidad, y cada mañana se renueva!”, como nos promete Dios en Lamentaciones 3:22c-23. Por Cristo, cada mañana tenemos una página en blanco. Así que no despreciemos tan grande regalo y acerquémonos cada día a Dios en arrepentimiento para recibir su absolución intercambiada por nuestra condena.
Así, somos llamados a compartir este amor y perdón con los demás, reflejando la luz de Cristo en nuestras vidas y siendo testimonio de su gracia transformadora.
Oremos: Padre nuestro, gracias por enviarnos a Jesús para redimirnos y darnos nueva vida en su nombre. Gracias por intercambiar nuestra condenación por tu absolución. Fortalece nuestra fe y ayúdanos a vivir conforme a tu voluntad. Concédenos confiar plenamente en tu amor y gracia cada día. Amén.
Para reflexionar:
*Si este pasaje te aterra al recordarte la importancia de la fe, ¿de qué manera te anima también a acercarte a Dios en busca de consuelo y fortaleza?
*Si este versículo te inspira con la grandeza del amor de Dios, ¿cómo puedes responder a ese amor en tu vida diaria?