Y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos aún viven, y otros ya han muerto. Luego se apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles; y por último se me apareció a mí, que soy como un niño nacido fuera de tiempo. A decir verdad, yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol porque perseguí a la iglesia de Dios. (1 Corintios 15:5-9).
¡Cuánta humildad tiene Pablo! Ese es el tipo de humildad que solamente puede traer la gracia transformadora de Dios.
En el Segundo Artículo del Credo confesamos que Jesús es nuestro Señor y Salvador y reconocemos que todo lo hizo para que nosotros seamos suyos y vivamos bajo su señorío en su reino, y le sirvamos en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas. Y la resurrección de Cristo es el fundamento de todo lo que confesamos en este artículo.
Pero ¿hay evidencia de la resurrección de Jesús? ¡Por supuesto que sí! La resurrección de Jesús está bien certificada por numerosos testigos oculares. Es un evento verídico y transformador que cambió la vida de aquellos que lo presenciaron, incluyendo a Pablo. Es un recordatorio del poder redentor de Cristo y de su capacidad para transformar vidas, incluso las de aquellos que se consideran menos dignos.
En el pasaje de hoy, Pablo relata las diversas apariciones de Jesús después de su resurrección: se apareció primero a Pedro y luego a los doce apóstoles, así como a más de quinientos seguidores a la vez. Los cuatro evangelios también dan testimonio de la resurrección física de Cristo y tanto Juan como Pedro hacen énfasis en que los apóstoles fueron testigos oculares del Señor resucitado.
Ahora más que nunca, es crucial afirmar nuestra fe en la resurrección de Cristo y compartir esta verdad transformadora con todos, viviendo con la certeza de que la resurrección no solo es un evento histórico probado, sino también una realidad que impacta nuestras vidas hoy.
Oremos: Padre nuestro, gracias por la gracia transformadora que nos ofrece la resurrección de tu Hijo. Que este regalo nos inspire a vivir con humildad y esperanza, y a compartir tu amor y perdón con el mundo que nos rodea. Amén.
Para reflexionar:
*¿Cómo puedes manifestar en acciones concretas el impacto transformador del perdón y la redención que Cristo te ofrece?
*¿Cómo puedes compartir las buenas nuevas del Evangelio con aquellos que necesitan esperanza y sanidad a tu alrededor hoy?
