Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser, así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie (Marcos 10:6-9).
¿A cuántos de nosotros nos gusta la matemática? Cuando iba a la escuela, a veces me preguntaba para qué tenía que aprender tanta matemática, pues me parecía que no era necesaria. Pero al ser adulto me di cuenta de que es algo de uso cotidiano. En otras palabras, es un mal necesario.
Es admirable ver cómo, desde el principio de la creación, Dios diseñó un plan perfecto. Sus matemáticas muchas veces no concuerdan con las nuestras, pero cuando las vivimos son realmente maravillosas. A diferencia de las matemáticas de este mundo y del tiempo en que estamos hoy, que nos enseñan a dividir y restar, las matemáticas de Dios nos enseñan a sumar y multiplicar.
Por ejemplo, si pregunto cuánto es uno más uno, lo razonable es que la respuesta sea dos. Pero en el contexto del matrimonio, como vemos en el texto para hoy, en las matemáticas divinas la respuesta es UNO. Lo mismo sucede cuando Jesús ora a su Padre celestial en Juan 17:20-21: “Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean UNO en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.
A nuestro alrededor hay muchos que viven su día a día de acuerdo a las matemáticas del mundo, causando divisiones, restando importancia a la Palabra de Dios e incluso negando su existencia. Acerquémonos humildemente hoy a nuestro Dios y salvador, porque solo unidos a Él podemos cumplir con su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
Padre celestial, gracias porque tus matemáticas son perfectas en nuestras vidas. Danos sabiduría e inteligencia para ser UNO en Ti. Amén.
Para reflexionar:
*¿En qué sentido uno más uno es igual a UNO?
*¿Qué estrategias usa el enemigo en estos tiempos para separar?
Diaconisa Erica Jofre