Señor, he oído hablar de tus hechos, y saberlo me llena de temor. Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos; date a conocer en nuestros días, y si te enojas, recuerda que eres compasivo (Habacuc 3:2-3).
La oración del profeta Habacuc es conocida como la oración por una Teofanía, o sea, por un encuentro personal con Dios. Lo interesante es que Habacuc ya conocía personalmente a Dios, sabía de su poder, de sus prodigios y milagros e incluso de su ira. Se dice que esta oración fue agridulce, porque, aunque el profeta esperaba con ansias la llegada de su Salvador, su corazón estaba angustiado por los que se habían descarriado. Porque cuando se encienda la ira de Dios y se manifieste su gloria, ¿quién va a permanecer si Él se enoja? Por eso le pide “recuerda que eres compasivo”.
El llamado de un profeta en aquellos días era anunciar al pueblo de Dios que se arrepintiera y apartara de sus pecados, y diera paso a la venida del Señor. Demos gracias a Dios por darnos profetas que hoy día están orando la misma oración de Habacuc. El tiempo y los profetas son diferentes, pero es el mismo mundo cometiendo los mismos pecados y necesitando al mismo Salvador, Jesucristo, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:4 RVR1960), como leemos en Tito 2:11-12.
Dios se ha dado a conocer al mundo a través de su Hijo amado. Nosotros también, igual que Habacuc fuimos llamados a interceder por quienes necesitan la gracia y salvación de Dios. Anunciemos la venida de Aquél que viene con la misión de perdonar y salvar a todos los que invocan su nombre.
Señor, gracias por no esconder Tu rostro de nosotros a pesar de nuestros pecados. Mientras nos persigues diariamente para darte a conocer, ayúdanos a abrazar tu amoroso cuidado. Abre nuestros ojos espirituales e ilumina nuestro corazón para conocer la esperanza a la que nos has llamado. En el nombre de Jesús. Amén.
Para reflexionar:
*¿Por quién puedes orar hoy una oración de Teofanía?
*Dedica un tiempo específico cada día para interceder por quienes están lejos de Cristo.
Diac. Perla Rodriguez