Y habrá de día un cobertizo para dar sombra ante el calor abrasador, y para refugio y protección de la tormenta y del aguacero (Isaías 4:6 RVA-2015).
Cuando mis hermanos y yo éramos niños y nos portábamos mal, nuestra madre nos enviaba a todos juntos a una habitación para hacer las paces. En una de esas ocasiones, nos pusimos a construir un refugio. Construimos un fuerte lo suficientemente grande para los tres y hasta teníamos una clave secreta de entrada. En nuestras pequeñas mentes ese fuerte no podía ser destruido, por más que estaba hecho de mantas y almohadas. Y lo más importante era que allí nos sentíamos seguros.
En nuestro refugio no podía entrar ningún monstruo. ¡Oh!, no mencioné antes que una de las razones por la que peleábamos era porque a nuestro hermano mayor le gustaba asustarnos diciéndonos que detrás de la puerta había un monstruo, y nos hacía correr por toda la casa. Resultado: ¡castigados! Pero nuestro refugio fuerte estaba libre de todo monstruo. Así que nos gustó tanto, que también construimos fuertes de refugio en los días lluviosos y tormentosos para mantenernos a salvo de los rayos y truenos.
Aunque ese refugio de la infancia nos hizo sentir seguros, no se puede comparar con lo que el Señor promete a su pueblo. Dios construyó un fuerte para refugiar a todo el mundo, mira Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Cuando vivimos en Jesús, Él es nuestra paz y seguridad. En nuestras tormentas, Él no es un refugio hecho de mantas y almohadas, sino que, como dice el Salmo 46:1: “Dios es nuestro refugio y fortaleza.” El da refugio a los que lo aman, y los protege del cucuy que está detrás de las puertas.
Gracias, Señor, por ser nuestro refugio y protección en todo momento. En el nombre de Jesús. Amén.
Para reflexionar:
*¿En qué momentos o de qué maneras has experimentado el refugio y la protección de Dios en tu vida?
*¿Con quién puedes compartir una de esas experiencias?
Diac. Perla Rodriguez