En los últimos días … Muchas naciones vendrán, y dirán: «¡Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus caminos, y nosotros iremos por sus sendas.» … Y el Señor juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas y lejanas; y éstas convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces (Miqueas 4: 1a, 2a, 3a).
En época de elecciones los políticos pregonan que viene el cambio y prometen un mundo nuevo donde la unidad y la paz triunfarán. Pero una vez que el nuevo gobierno desarrolla su gestión, siguen las divisiones y los conflictos. Defraudada e inconforme, la gente pone su esperanza en un nuevo cambio, buscando alguna opción política que les dé el cielo en la tierra.
El profeta Miqueas promete que el cambio vendrá en los últimos días, pero no por lo políticos, sino con la segunda llegada de Jesús, quien reinará por siempre con su palabra sobre su pueblo escogido: “Él nos guiará por sus caminos, y nosotros iremos por sus sendas”, dice en el versículo 2.
El Señor Jesús establecerá una paz duradera entre Dios y los hombres. Los hombres ya no pelearán entre sí. El cambio será palpable, profundo y duradero. El profeta usa la imagen de guerreros que se convertirán en granjeros. Las naciones “convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces” (v. 3). ¡Viene el cambio! Pero solo por medio de la palabra de Jesús, quien por el bautismo y su enseñanza hace discípulos de todas las naciones. Con su regreso reinarán la unidad y la paz por siempre y cesarán todos los conflictos y divisiones en la iglesia y el mundo.
Gracias, Señor Jesús, por reinar entre nosotros mediante tu palabra, y por la promesa que nos das de una unidad y paz duradera con Dios y entre los seres humanos. Amén.
Para reflexionar:
*¿Qué cosas impiden la unidad y la paz entre las personas y entre las naciones?
*¿Cómo podemos ser agentes de paz en medio de la sociedad conflictiva en que vivimos?
Prof. Leopoldo Sánchez