Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los escribas y los fariseos se apoyan en la cátedra de Moisés. Así que ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas. Al contrario, todo lo que hacen es para que la gente los vea. Ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos, y les encanta ocupar los mejores asientos en las cenas y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas, y que la gente los salude en las plazas y los llame: “¡Rabí, Rabí!”… El que sea más importante entre ustedes, sea siervo de todos. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:1-7, 11-12).
Jesús nos advierte que no debemos seguir el ejemplo de los líderes que dicen una cosa y hacen otra. Él critica su hipocresía y los acusa de imponer cargas pesadas y difíciles de llevar sobre la gente, pero ellos mismos no hacen ningún esfuerzo por ayudar a aliviar esas cargas.
Muchas veces nuestra actitud con la familia, amigos, colegas y comunidades comunica que ¡somos los fariseos de hoy en día! Jesús nos llama a servir y ser humildes. Y añade que los que se enaltecen a sí mismos serán humillados, pero los que se humillan serán enaltecidos por él.
La buena noticia es que, en fe y amor, Cristo cumplió la ley y quitó nuestras pesadas cargas. Él nos perdona y habilita para cambiar.
Oremos: Señor, perdónanos porque muchas veces decimos una cosa y hacemos otra. Hemos impuesto cargas pesadas y difíciles de llevar, pero no movemos ni un dedo para levantarlas. Perdónanos y ayúdanos a ser siervos de todos. Recuérdanos siempre que el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. Ayúdanos a no alejarnos de tu Palabra sino a mantenernos firmes en tu verdad. Amén.
Para reflexionar:
*Piensa en la última vez en que actuaste como un fariseo que se cree superior a otros. Pídele perdón a Dios.
*¿Con quién puedes compartir hoy, en humildad, el perdón y amor de Dios?
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra