En eso dijo el rey: «¿Quién anda en el patio?» Amán había venido al patio exterior de la casa real, pues quería hablar con el rey para pedirle que mandara colgar a Mardoqueo en la horca que ya le tenía preparada… Amán entró, y el rey le dijo: «¿Qué debe hacerse con el hombre a quien el rey desea honrar?» Y Amán pensó: «¿A quién más puede el rey querer honrar, sino a mí?» Así que le respondió: «Para el varón al quien el rey desea honrar, debe traerse el vestido real que el rey porta, el caballo que el rey cabalga, y la corona real que el rey lleva en su cabeza. El vestido real y el caballo debe ponerse en las manos de alguno de los principales nobles de la corona, para que éste vista al varón a quien el rey desea honrar, y lo pasee en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregone delante de él: “Así se hace con el varón a quien el rey desea honrar.”» Entonces el rey le dijo a Amán: «¡Date prisa! Toma el vestido y el caballo, y lo que has dicho, hazlo con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real. No dejes de hacer nada de todo lo que has dicho.» (Ester 6:4, 6-10).
¡Esta historia me fascina! Algunos le llaman suerte, pero los creyentes vemos la mano amorosa de Dios en cada detalle. Porque nada nos ocurre por suerte, sino por la sabiduría, el amor y el cuidado de las manos que fueron clavadas en la cruz y que ahora nos cuidan y guían.
Todo el mal que Amán tenía planeado para Mardoqueo, Dios lo convirtió en bendición. Proverbios 16:33 dice: «Las suertes se echan en el regazo; pero el resultado depende del Señor«. Y es que, aunque las circunstancias puedan parecer fortuitas, al final es Dios quien determina el resultado.
Oremos: Gracias, Señor, porque nuestras vidas están en tus manos. Ayúdanos a confiar en tu providencia, sabiendo que estás guiando nuestros pasos y trabajando siempre en nuestro favor. Amén.
Para reflexionar:
*¿En qué momentos en tu vida has experimentado la providencia divina?
*¿Cómo te ha recordado esto la presencia y el cuidado de Dios?
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra